Ir a Washington, ser recibido
por un
Obama sonriente en la Casa Blanca, reunirse con la señora
Lagarde, ahora
que el Fondo Monetario Internacional ha dejado de hostigarnos, y almorzar con
la Cámara de Comercio, arropado por
César Alierta y los poderosos del Consejo
de la Competitividad, es algo que supone, imagino, una especie de breve
vacación para
Mariano Rajoy, agobiado como está, me dicen, por tantas
cuestiones internas para las que no se encuentra una rápida solución. Una
especie de mini-vacación...sobre todo cuando en el equipaje llevas una
reducción de más de un cincuenta por ciento en la prima de riesgo en relación
con lo que ocurría hace apenas dos años. Mariano Rajoy ha ido a Estados Unidos
a triunfar este lunes. Un triunfo breve, pero que no será, confiemos, efímero.
Claro que hay que desearle
suerte al presidente del Gobierno español ahora que hace las Américas. Gentes
hay que siempre miran estos viajes con un cierto complejo de inferioridad y una
falta de sentido de lo que debe ser eso que han dado en llamar 'marca
España'. Nuestro país es un buen aliado de los Estados Unidos -ni siquiera
hemos protestado demasiado por el espionaje de la NSA--, y sigue estando en una
situación estratégica interesante, tanto que hace que Washington desee para
España el estatus de una nación fortalecida y no desgarrada por separatismos
que allí, federales como son, no entienden. Y, además, Rajoy es portador de
buenas noticias económicas, al menos desde el punto de la macroeconomía, que
son las noticias que a Obama, como vigilante de la estabilidad del mundo, le
gustan.
No veo, pues, nada que pueda
ensombrecer la visita de Mariano Rajoy a la capital del Imperio. Excepto,
claro, el viaje de vuelta. Las fotografías del apretón de manos con Obama pasan;
la crisis política, a lo que se ve, permanece, y no puede considerarse que unos
lejanos brotes verdes económicos despejen el horizonte de unas encuestas que,
pertinaces, pasan factura al PP -y al PSOE, y a todos-por los muchos
errores y negligencias políticos cometidos. Rajoy tendrá que regresar a España
de inmediato, y no se va a encontrar rostros tan complacientes como en
Washington. O como el viernes en Toledo, donde parece que los 'ejecutivos'
del PP, reunidos en 'cumbre' con él, no fueron capaces de decirle
cuánto se ha equivocado con su pasividad en Cataluña, con las 'pasadas'
de Jorge Fernández en el País Vasco, con el proyecto de reforma legal del
aborto de
Gallardón, que, según algún sondeo de este domingo, son cuestiones
que ya le están pasando factura -aún más-- en intención de voto al PP.
Pero, ya digo, es el momento
de felicitarse por la sin duda buena acogida que va a encontrar en la Casa Blanca
un gobernante español respetable, con fama de honesto y también de tener un
carisma entre exiguo y nulo. Personalmente confío en que Obama, que se la ha
jugado varias veces en política interna cuando pensaba que había que hacerlo, dé
algún consejo fructífero a nuestro presidente, que sigue empeñado en aplazar
cualquier decisión espectacular de las muchas que todos estamos aguardando.
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