martes 07 de enero de 2014, 10:44h
A
finales del pasado año ocupó espacio en las crónicas pintorescas la separación
del barrio de Igueldo del municipio de San Sebastián. El asunto, en sí mismo,
no tendría otra importancia que la de cualquier segregación, más o menos
justificada administrativamente, en el espeso mundillo de la política
pueblerina. Pero tanto el carácter emblemático del barrio como el tono
unilateral y reivindicativo del capricho contaminaron el hecho con el
disparatado y anárquico tufo del llamado "derecho a decidir". El dislate fue
amparado por unas instituciones locales y provinciales a cuyo frente
estaban personajes del colectivo llamado
Bildu de inspiración secesionista en otros niveles.
El
"derecho a decidir" de los vecinos de un barrio no sería otro, desde este punto
de vista, que el de los vecinos de un caserío, de una familia o de un
anacoreta. Es como una muñeca rusa que se va destapando y cada vez aparece
dentro otra parecida pero más pequeña. Al final el proceso termina en un
pequeño palitroque con unos ojos y una boca pintada y una base del mismo color
de las muñecas precedentes. De un municipio para abajo cabe hacer lugarejos,
bloques y hasta individuos soberanos. Pero igual se puede operar desde más
arriba y destapar una gran nación para constituir una soberanía raquítica y,
después, destapar esta para hacer una junta provincial independiente y más
tarde destapar la Junta General para constituir alguna Ciudad-Estado o cantón.
Todo es posible una vez que se ha perdido el sentido común y se ha manipulado
una sociedad con majaderías folklóricas hasta lograr tribalizarla y
trivializarla.
La
miopía de los falsos políticos sin idea de para lo que sirve la política
consiste en desconocer que el principio esencial de la misma es aunar
voluntades en ámbitos cada vez más amplios. Los embobados con la falsa ilusión
de mejorar dividiendo no solo no entienden los derechos emanantes de una
Organización de Naciones Unidas, de una
Unión Europea de Estados o de una Constitución sino que no conciben, lo que no
deja de ser curioso, que puedan ejercer al derecho a decidir sus paisanos
cuando se sientan disgustados con su siniestro poder ideológico de ocasión. No
piensan los bildautarras que si llegasen a una cúspide en su autonomía podría ejercer
el "derecho a decidir" una provincia y que, dentro de cada provincia, podría
decidir independizarse cualquier ciudad dotada de un ayuntamiento disconforme
con sus ideas. Esto no lo calcula ni Martín Garitano ni Artur Mas ni nadie de
su cuerda. El derecho a disgregarse en una sola dirección es el llamado camino
de los enanos. Se puede decidir ser cada vez más pequeño pero nunca coordinarse
para ser más grande. En el monte Igueldo hay una atracción que se llama "Casa
del Terror". Lo del terror puede ser cierto cuando la convivencia solo dependa
de autoridades de barrio. Estos intentos de centrifugación son todo lo
contrario al curioso espectáculo de la isla tinerfeña de La Palma donde, en sus
fiestas lustrales, hay una famosa danza de los enanos en que estos evolucionan
cubiertos con unos grandes sombreros donde esconden su verdadero cuerpo de
hombres talludos. Tras dar unas vueltas dando saltitos enfilan una pequeña
casetita con dos puertas y entrando por una, como enanos, salen por otra como
fornidos isleños. El público los aplaude asombrado del efecto visual. Lo
absurdo es que haya quien aplauda evoluciones en sentido contrario. Es decir,
que algunos se complazcan en aplaudir a unos chicarrones del Norte que hacen el
juego del ilusorio intento de intentar convertirse en pigmeos. Quizá sea el
ensayo de una atracción para añadir a la "Casa del Terror".
Solo
desdén podían merecer unas cartas en que un presunto político expresa su
aspiración, pagada con dinero público, de reprogramar el sentido de pertenencia
a una patria común de los pobladores de un territorio de distinta procedencia
para que asuman el sentido de pertenencia exclusiva a una comunidad más
pequeña. Es un empeño segregacionista más ridículo que el de Igueldo, a cargo
de los señores Mas y Junqueras que ni tan siquiera tienen traductor que les
escriba en la lengua general de cada Estado y lo hacen en un inglés defectuoso
porque probablemente no confían en que existan suficientes traductores del
catalán por esos mundos. Son estos mismos los que obligan a los comerciantes a
anunciarse en catalán cuando ellos anuncian su hedionda mercancía en inglés
"chapurreado" ante unos gobernantes que saben por experiencia que los
nacionalismos de fragmentación son una enfermedad contra la que hay que vacunarse.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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