|
Imagen de Santa Águeda para ilustrar la opinión de Águeda del Pozo |
La Mal llamada injerencia francesa
lunes 23 de diciembre de 2013, 11:34h
En círculos del
Gobierno y del PP, claro, no dejan de mostrar su indignación ante las
declaraciones de la ministra, nada más y nada menos, de la ministra de Derechos
de las Mujeres y portavoz del gobierno francés.
De nuevo, dos
varas de medir. El Ejecutivo de Mariano Rajoy, y el propio presidente buscan en
público y en privado el respaldo internacional contra las aspiraciones
separatistas de Artur Mas. Y eso les parece lo lógico. Que Van Rompuy, por
poner un ejemplo, se pronuncie en la mismísima Moncloa a favor de las tesis del
Gobierno del PP y en contra de la Generalitat, es lo normal, ya. Ahora bien, en
opinión de los "populares" es injerencia que la ministra de los Derechos de la
Mujer francesa se atreva a sacar los pies del tiesto, mucho más siendo mujer,
para cantarle las cuarenta a la retrógrada ley de recorte del derecho de
la mujer a decidir si quiere seguir adelante con un embarazo. Un escándalo,
vamos.
Antes de
pronunciarme, he preferido digerir varios días la llamada ley de Protección de
la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada. Y digo
yo¿cuando hablan del no nacido se refiere incluso al cigoto? Pues sí, según la
ley Gallardón. Es decir, la mujer tiene menos derechos a decidir sobre sí misma
que una célula, la célula resultante de la unión de de un espermatozoide y un
ovocito a la que el gobierno, ha decidido ultraproteger. Ni más, ni menos.
Y en cuanto a
los derechos de la mujer embarazada, ¿Cómo se atreven a volver al paternalismo
machista del franquismo para recortar un derecho y decirnos que es por nuestro
bien? También era por nuestra bien, el de la mujeres, que solo tuviéramos
pasaportes si nuestros padres o nuestros maridos nos autorizaban a tenerlo.
Tampoco podíamos tener una cuenta bancaria sin el permiso del hombre de nuestra
vida ¿Será ese el siguiente paso del gobierno, protegernos limitando nuestros
movimientos?
Señores del
Gobierno la ley vigente reconoce un derecho de la mujer a interrumpir
voluntariamente su embarazo dentro de unos plazos científicamente razonables.
No se trata de moral, ni de una obligación. Ustedes, los que apoyan la
contrarreforma de la ley del aborto, no están obligados a abortar, ni aquí, ni
en Londres. Ustedes, si quieren, pueden seguir teniendo todos los niños con
malformaciones que quieran, o todos los hijos que sus tatas puedan cuidar,
aunque luego ustedes no tengan ni tiempo ni interés para ocuparse de ellos.
Pero dejen en paz a las mujeres que libre, consciente y responsablemente quiera
interrumpir un embarazo no deseado.
Señores del
Gobierno, dejen de hacer recortes de derechos y tomen medidas y apoyen
económicamente a las madres solas, que solas y voluntariamente han querido
tener un hijo, a las mujeres, solas, que quieren una fecundación in Vitro, a
las parejas de homosexuales que quieren ser padres o madres....
Señores del
Gobierno, dejen de hacer leyes para imponernos su moral. La moral es personal,
no se legisla más que en países donde sus Ejecutivos carecen de tradición
democrática. Y a decir verdad, ese parece el caso. No volvemos a los años 80,
con esta ley, retrocedemos a los 70. Cuando había que ir a Londres a abortar. Y
ya sabemos quien mandaba en España en esos años.
Bienvenida la
mal llamada injerencia de la ministra francesa. Espero escuchar la voz de
muchos más de los socios europeos, también de hombres, de nuestros políticos
hombres. Y Van Rompuy ¿no tiene nada que decir ahora?