Unos tanto y otros tan poco
miércoles 18 de diciembre de 2013, 07:34h
Basta con que uno sea un mero espectador de la realidad para
que abomine de la clase que nos dirige, gente que parece vivir en otro mundo y
a la que no parece afectarle lo más mínimo los problemas que sufren a diario
sus gobernados. En Andalucía hay ahora mismo en torno a millón y medio de
parados la mayoría de los cuales no tienen ya paga alguna y que sobreviven
gracias a la economía sumergida y el subsidio de cuatrocientos euros mensuales
que consiguen arañarle al Estado. Miles de familias tienen que acudir
diariamente a organismos benéficos que les proporcionen una ración alimenticia
con la que alimentar a sus hijos. La situación es dramática, trágica diría yo,
y el ejemplo de la familia de Alcalá de Guadaira intoxicada y muerta aún no se
sabe por qué causa, pero sumida en el paro y la pobreza, pone al descubierto
una clave que debería de hacer reflexionar a quienes nos gobiernan. Ante este
tipo de desgracias, cada día más habituales, las rimbombantes y demagógicas
declaraciones públicas de la estupenda presidenta de la Junta, Susana Díaz de
luchar por la igualdad social, por el estado de bienestar, por los
desfavorecidos y por mejorar las condiciones de vida de sus
"súbditos" suenan a cuento chino, a pura astracanada cuando no a un
relato de terror de Edgar Allan Poe contado por una rubia trianera de
tinte falso y de carnet del puño y la rosa en la boca. Si a ello le añadimos la
demagogia barata de sus socios de Gobierno y su sumisión a unos sindicatos
corruptos a los que sigue financiando con millones de euros como si no hubiese
ocurrido nada, el cuadro andaluz en estos momentos es una especie de aguafuerte
de los caprichos de Goya o un lienzo de Gutiérrez Solana.
Y es que cumplidos cien días de su toma de posesión los andaluces seguimos
esperando que esa promesa en ciernes que puede ser la futura líder del PSOE
español, que esa gran esperanza política subida a los altares por los gurús
mediáticos de la capital de España, haga algo además de hablar, que concrete
acciones y propuestas y las lleve a cabo y que no sólo se dedique a
"venderlas" de boquilla en los foros periodísticos. Cada día que pasa
tengo más la impresión de que Susana Díaz es la nueva personificación
femenina de su lider Zapatero, la reedición de un cuento de terror que
los españoles creíamos haber superado hace un par de años y que los andaluces
hemos vuelto a resucitar por obra y gracia de la herencia envenenada de Pepe
Griñán y por nuestra afición desmedida a ser fieles a una supuesta
izquierda que lo único que ha conseguido en mas de treinta años ininterrumpidos
de gobierno es mantenernos a la cola de Europa en desarrollo y nivel educativo
y a la cabeza del desempleo. La última promesa que acaba de hacer no tiene
desperdicio, "hasta el último euro que se recupere de fondos mal usados
irá destinado al fomento y la creación de empleo para jóvenes", ha
subrayado la presidenta de la Junta, quien ha querido dejar claro que se trata
de un "compromiso firme" porque considera que se trata de un dinero
que debió ser "bien destinado" y que "nunca debió salir en esas
condiciones de las arcas de la Junta de Andalucía". Bla, bla, bla, más
declaraciones de cara a la galería sin visos de realidad. Seamos serios,
presidenta, ¿alguien cree que la Junta va a recuperar los más de mil millones
de euros que políticos de su partido, sindicalistas, despachos de abogados y
empresas han defraudado durante una década? Vamos, anda, a otro perro con ese
hueso.
En estas entrañables fechas es sangrante que se sigan produciendo fallas tan
profundas en la sociedad andaluza como la que existe entre la familia fallecida
en Alcalá de Guadaira y otras miles de familias en condiciones similares y el
derroche de dinero público para subvencionar organizaciones afines. Unos tantos
y otros tan poco. Pueden decir que esto es pura demagogia. Puede ser, lo
reconozco, pero es una demagogia que retrata fielmente lo que está ocurriendo
en Andalucía mientras el Parlamento regional aprueba unos presupuestos
multimillonarios sin que a las Cinco Llagas lleguen los gritos de los
desamparados. Así las cosas, no es de extrañar que nuestros representantes
políticos, de los tres grupos representados en la Cámara, una vez hechos sus
deberes presupuestarios, se reúnan para entonar el habitual y clásico
villancico navideño de todos los años, ya saben, como ese que yo cantaba de
pequeño en mi pueblo en la tarde noche del 24 y que decía: "Al kirikikí,
al kirikicuando, de aquí no me voy sin el aguilando..." Un aguinaldo que
llevamos dándoselo los ciudadanos sin protestar desde hace más de cuarenta
años. Ya va siendo hora de que este regalo se lo ganen a pulso.