Panorama desolador en Justicia
martes 03 de diciembre de 2013, 10:54h
Si a los
jueces nos es exigible la aplicación de la Ley con agilidad y prestando una
auténtica tutela judicial efectiva a los ciudadanos, a los políticos, en cuanto
elegidos por éstos, debe exigírseles el cumplimiento de sus compromisos
electorales y si ello no es posible, una explicación veraz de las razones de
esa imposibilidad.
Si
además, el ámbito de responsabilidad política tiene relación con la Justicia,
es imprescindible que quien ostente la misma vele por los derechos de la
ciudadanía, se dirija a ésta sin manipular la realidad y garantice la
independencia judicial.
Desgraciadamente,
nada de esto está ocurriendo en los últimos tiempos, en los que se está
viviendo un claro retroceso en estos ámbitos, generándose un panorama desolador
para los derechos y libertades.
Desde mi
atalaya, como Vocal del Consejo General del Poder Judicial, a punto de finalizar
los cinco años de mandato me voy con la frustración de contemplar un escenario
generado por el Ministerio de Justicia que nos retrotrae a tiempos pasados, que
creíamos superados.
Son
innumerables las actuaciones que se han realizado desde el Ministerio, que
contribuyen a la preocupación desde una perspectiva democrática. Sin ánimo de
exhaustividad, debe hacerse especial mención:
- Una Ley
de tasas, que limita el acceso de los ciudadanos a los juzgados y tribunales,
obligándoles a satisfacer unas tasas desproporcionadas en su cuantía y creando
consiguientemente una desigualdad en función de los recursos económicos, de tal
forma que quien tenga medios podrá reclamar ante los tribunales y quien los
tenga más limitados deberá resignarse, si sus derechos son vulnerados, sin
poder acceder a una tutela judicial adecuada.
A ello
debe añadirse unos recortes muy considerables en las partidas presupuestarias
destinadas a la asistencia jurídica gratuita, pese a las promesas que se habían
realizado, y que, como en tantas ocasiones han sido incumplidas.
- Una
utilización sin precedentes del ejercicio de la gracia de indulto, en supuestos
de personas autoras de delitos generadores de alarma social, lo que ha
determinado que hasta la propia Sala Tercera del Tribunal Supremo haya tenido
que anular un indulto, que en su día escandalizó a la opinión pública: a un
conductor kamikaze condenado a trece años de prisión por ocasionar la muerte de
una persona, se le indultó la práctica totalidad de la pena, sustituyendo la
impuesta por el Tribunal por otra de sólo diez meses.
- Se ha
llevado a la práctica un ERE de 1.200 jueces sustitutos y se ha impuesto a los
5.000 jueces y magistrados españoles (España tiene una de las ratios de jueces
más bajas de los países de su entorno), unas condiciones de absoluta sobrecarga
de trabajo, lo que está generando retrasos aún mayores de los que
tradicionalmente ha soportado la justicia en nuestro país. Por poner un ejemplo:
el despido de un trabajador, que se examinaba en los juzgados de los social, en
un plazo entre tres o cuatro meses, como consecuencia de las reformas del
ministro Gallardón, tardará más de año y medio en ser resuelto, con todo lo que
ello comporta.
No solo
no se invierte en justicia, sino que se reducen sus presupuestos y se
dificultan las condiciones de trabajo de los jueces, generando claros
obstáculos que ponen trabas a su labor.
- Tampoco
podemos olvidarnos de la reforma del CGPJ aprobada en solitario por el partido
que sustenta al Gobierno y que ha sido recurrida ante el Tribunal
Constitucional. Se ha diseñado una estructura de ese órgano, con la obvia
finalidad de reducir sus competencias a favor del Ministerio de Justicia, lo
que necesariamente va a incidir en la principal función para la que el Consejo
fue creado, que es garantizar la independencia del Poder Judicial. En lugar de
tratar de proteger y reforzar ésta al máximo, se dibuja un diseño del Consejo
al que le va a resultar más difícil la protección efectiva de esa
independencia.
-
¿Y qué decir, también, de las increíbles e inconsistentes razones expuestas por
el Ministerio de Justicia para justificar el incumplimiento de la promesa del
Partido Popular de que los Vocales Judiciales del Consejo General del Poder
Judicial fueran elegidos por los Jueces?
-
Quienes, como yo, hemos sido siempre partidarios de la elección parlamentaria
de todos los Vocales del Consejo, nos parece una falta de respeto a la
ciudadanía, no ya solo el que se incumpla el compromiso asumido en un programa
electoral (la propia Esperanza Aguirre lo ha puesto de relieve), sino lo que es
más importante, que el cambio de criterio se argumente basándolo en la
descalificación de los jueces españoles y de las asociaciones judiciales,
tratando de confundir a la opinión pública, en un momento en que los jueces
están siendo precisamente la punta de lanza en materias tales como la lucha
contra la corrupción, las clausulas hipotecarias y bancarias abusivas, o las
desigualdades derivadas de la reforma laboral.
El
panorama de estos dos últimos años es pues, más que preocupante. No solo no se
resuelven problemas, sino que se han dificultado las condiciones de trabajo de
los jueces, y se han limitados los derechos de los ciudadanos, todo ello
revestido con un lenguaje superficial y ampuloso, poco respetuoso con la
realidad.
Debo
concluir expresando mi confianza en los Vocales del nuevo Consejo. Conozco la
profesionalidad y valía de muchos de ellos y sé que harán lo posible para
trabajar por esa Administración de Justicia que los españoles merecen y a la
que tantas restricciones e inconvenientes se le están generando.
[*] Margarita
Robles Fernández es Vocal del Consejo General del Poder Judicial