El marrón viene a tener tantos significados
en nuestra vida cotidiana, que ha dejado de ser una referencia de color, para
pasar a designar todo lo negativo, dependiendo de la situación desde la que se
observe. Normalmente se aplica a situaciones comprometidas o indeseables que
por designios del azar, o porque nos son impuestas, no podemos dejar de
realizar o distraer. Cuando esto sucede, el marrón pasa de ser una expresión, de supuesto, a una expresión de acción, lo que coloquialmente se conoce
como "comerse un marrón".
Todo esto viene al hilo de un análisis
sobre la situación política actual en España, y a los marrones que se está
comiendo el presidente de nuestro gobierno; Mariano Rajoy, a cuenta del marrón
que le ha dejado su antecesor en el cargo, el innombrable ZP.
No les voy a contar de la crisis, porque
está tan manido ya el tema y, se ha escrito tanto, que no recuerdo el mundo que
habitábamos antes de ella. Ni tampoco voy hablar de los cajones repletos de
facturas "marrones", sin contabilizar, que sigue pagando a proveedores y
prestamistas este gobierno de Marrón Rajoy, ni mucho menos les contaré del
marrón que ha dejado en contabilidad A, B, o C, el carismático Bárcenas, que
ante el marrón que se avecinaba optó por la vía de en medio, salir pitando con
los "cuartos" y si te he visto no me acuerdo, dejando empantanado y con tres
palmos de narices a propios y a extraños.
Les voy a contar el marrón que se está
comiendo este gobierno a cuenta de la denominada doctrina Parot, sin duda, el mayor marrón que un gobierno puede
comerse, cuando se veía venir lo que sucedería el día que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo abriera
la caja de los truenos, sobre este tema. La "doctrina Parot" es
el nombre habitual con el que se conoce la jurisprudencia establecida a partir de la sentencia del Tribunal
Supremo de 28 de febrero de 2006, una resolución al recurso presentado por el miembro de la organización terrorista ETA, Henri Parot, por la cual la reducción de penas por beneficios
penitenciarios se aplica respecto de cada una de ellas individualmente y no
sobre el máximo legal permitido de permanencia en prisión. Esta sentencia no
sólo ha beneficiado a la etarra Inés del Río, que fue la persona que solicitó
(como caso aislado) el recurso, sino que ha servido para poner en la calle a
numerosos y peligrosos delincuentes.
Pero
no debemos dejarnos engañar por lo que supone esta sentencia que a nadie deja
indiferente, y que trata de echarle las culpas al tribunal europeo, cuando lo
cierto y verdad es que han sido nuestros gobernantes zapateriles y los propios
jueces y tribunales españoles los que nos han puesto en esta tesitura. Es
cierto que el ordenamiento jurídico está para respetarlo siempre, fuera de
intereses partidistas, pero por eso mismo, se debería haber tenido un cuidado
extremo a la hora de legislar con algo tan sensible en España, como es la
excarcelación de etarras, siendo este el principal problema con el que hemos
vivido los españoles.
El
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, lo que dice sobre esta sentencia, o así
lo he entendido yo, es que no cabe aplicarla en el caso concreto de la etarra
del Río, pero no dice nada del resto de canalla
que está saliendo a la calle todos los días y, esto si que es culpa, única y
exclusivamente del gobierno socialista anterior, del "buenista y progre"
Zapatero y, por ende, del magistrado López Guerra, como uno de los diecisiete magistrados
que participó en la sentencia que determinó que la denominada doctrina Parot del Tribunal Supremo de España, violaba
la Convención de Derechos Humanos y la propia Constitución Española en
la aplicación de las condenas a presos.
Sea
como fuere, a la hora de buscar culpables seguro que aparecían de uno u otro
partido y nunca nos pondríamos de acuerdo. Lo más triste de todo, es que la Ley
se cambia continuamente para lo que se quiere y, estos casos sangrantes pueden
ser el marrón que sepulte definitivamente al gobierno de Mariano Rajoy y
culpabilice, por ello, a todo el Partido Popular, cuando lo único malo que han
hecho, en este tema, es dar la callada por respuesta, con lo que se cumple
aquel refrán de quien calla otorga.
Por
último, y como de marrones vamos, les voy a contar el hasta ahora último marrón
que se está cocinando en Génova, y que dicen los que entienden de esto, que se
trata de una guerra civil sin precedentes en el seno del Partido Popular. Por
un bando combaten los que aún se mantienen próximos a Cospedal, por aquello de
que es quien ostenta el poder dentro del Partido, ya que Rajoy, haciendo gala
de buen gallego, se encuentra en la situación de ni está ni se le espera. Por el otro bando, a mi juicio más
estratégico, se encuentran los desencantados con la política que se está
llevando a cabo y que tiene en sus filas a gente como Esperanza Aguirre, María
San Gil y recientemente a Santi Abascal, uno de los
dirigentes vascos del PP más conocidos por su lucha contra ETA y víctima de la
banda terrorista.
Pero el mayor
marrón que le espera a Mariano Rajoy aún no ha llegado. Probablemente ni él ni
la caterva de chupópteros actuales que
sobreviven en el PP sean conscientes del daño que están causando en las bases
del Partido Popular a cuenta del abandono de la ideología sobre la que siempre
se ha sustentado esta formación, y que incluso, se permite el lujo de dar la
espalda a figuras tan relevantes de la política como José María Aznar, Carlos
Iturgaiz o Jaime Mayor Oreja.
***Ismael Álvarez de Toledo
Periodista y escritor