La Constitución garantiza la libertad de Prensa, ¿y Vd?
jueves 28 de noviembre de 2013, 11:46h
Si
hay un sector en España que apostó fuerte por las libertades durante la
transición ese fue el de la prensa.
El
periodismo constituyó, seguramente, el elemento fundamental para que la sociedad
empujara a los políticos a promulgar la Constitución.
La
prensa se anticipó con su Parlamento de papel al régimen de libertades. Muchos
periodistas sortearon la censura, sufrieron detenciones, multas y cierres...
Crearon voluntad democrática antes de que existiera. Se adelantaron al derecho
a la información que garantiza nuestra Carta Magna.
Una
prensa libre es el pilar de un estado democrático. Vargas Llosa afirma que
evalúa la democracia de un país por el grado de libertad que advierte en sus
medios de comunicación.
El
aniversario de la Constitución debería evocar la aportación del periodismo a la
democracia, pero no para referirnos al pasado, sino a la contribución que
realiza la prensa, cada día, a la libertad en España.
Prensa
y democracia constituyen conceptos indisolubles. Y la Constitución protege el
derecho a la información del ciudadano en su artículo 20.
No
es preciso detallar mucho más. La mejor Ley de Prensa es la que no existe.
Todas limitan la libertad. Por eso en FAPE (Federación de Periodistas de
España) apostamos por la autorregulación.
Medio
centenar de medios de comunicación se han adherido a las resoluciones de la
Fundación de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la FAPE. No
impone multas, tampoco cierra medios, ni siquiera tiene una composición
proporcional al Gobierno y a la oposición de turno, se limita a dictar
resoluciones libremente. La única sanción es la imagen, la reputación ética del
periodista y/o del medio que lo publica.
Pero
la Constitución no es la meta. El esfuerzo por una información veraz, plural y
libre es un camino que hay que recorrer diariamente.
Hablamos
de libertad con una prensa que sufre los rigores de la crisis económica y otra
propia, estructural, que genera una rebaja en la calidad.
Los
periodistas hemos perdido relevancia ante nuestros propios medios y
fortalecemos escasamente el gremio, mientras los editores están a otra cosa, no
tan pendientes de la verdad como del marketing.
En
este contexto es más difícil rechazar presiones -que siempre han existido- del
poder político o económico. Incluso colaboramos, a veces, en la manipulación al
sumarnos al espectáculo que no diferencia información y entretenimiento, al
resultar previsibles en los análisis informativos y al no generar criterio.
Somos
conscientes de que gestionamos la reputación de personas e instituciones. La
responsabilidad ética de periodistas y medios de comunicación es enorme, pero
no exclusiva, la sociedad no puede ponerse de perfil en un derecho fundamental.
La actitud de la ciudadanía en la actualidad puede y debe ser activa.
Treinta
y cinco años después de promulgar la Constitución, la sociedad tiene en sus manos conformarse o no con la
ausencia de rigor y de calidad en la información.
[*] Elsa
González Díaz es presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de
España (FAPE)