Dialogar, dialogar y dialogar
miércoles 20 de noviembre de 2013, 14:14h
¿Qué tiene que ocurrir en este país para que los dos partidos
con mayor representación parlamentaria, el PP y el PSOE, acepten
definitivamente que los desafíos del
futuro no pueden aplazarse sistemáticamente y estén dispuestos a poner fin a su
incapacidad para dialogar, junto al resto de las fuerzas políticas, "para no
sacrificar los proyectos de larga duración en el altar del corto plazo" (Daniel
Innerarity)?
"No limites la libertad de las futuras generaciones más de lo
que estarías dispuesto a aceptar tú por parte de las generaciones anteriores".
Esta reflexión tan elocuente de Paul Preuss define el clamor que existe,
especialmente entre aquellos que no tuvieron la oportunidad de pronunciarse
sobre el principal pilar sobre el que se sustenta nuestro sistema, la
Constitución de 1978, y que demandan un giro que les permita recuperar la
esperanza en el futuro a través de cambios sobre los que ellos puedan tener la
libertad de elegir.
Ése es el principal reto al que se enfrenta la democracia
española y la tarea fundamental que nos corresponde acometer a todos para
intentar contrarrestar el profundo pesimismo y la creciente desconfianza que
existe por la constante ausencia de soluciones mediante la política.
La regeneración democrática pasa inexorablemente por
fortalecer nuestra capacidad para gestionar la nueva realidad social y
económica, y hacerlo mediante el uso de los mecanismos de los que disponemos
para articular aquellas medidas necesarias para reanimar nuestra arquitectura
institucional y redefinir un sistema económico que apueste por proyectos que
nos ayuden a robustecer los cimientos de una estructura excesivamente
dependiente que, sin la aportación de sectores enriquecedores como la I+D,
seguirán condenando a nuestro país a una extrema fragilidad en futuros periodos
de recesión.
Pese a la desafección que existe con respecto a la política,
ésta es la única vía que existe y que conocemos para reconstruir y redefinir un
proyecto común. Los retos son sobradamente conocidos, y lo son porque siempre
forman parte de los compromisos que se adquieren con los ciudadanos en cada
campaña electoral y que inexorablemente terminan acumulándose, legislatura tras
legislatura, en la lista de las promesas incumplidas.
Las eternas promesas cuya definición requieren un punto de
inflexión en la rutina policía de "decidir no decidir" son la reforma de la
Constitución, la reforma electoral, la transparencia de las administraciones
públicas, el impulso de un sistema judicial más eficaz, la consecución de una
participación ciudadana más activa en la gestión pública, la definición de un
sistema educativo más estable, la configuración de un sistema sanitario no
expuesto a las veleidades políticas, etcétera.
Desbloquear todo este paquete de reformas y proyectos
pendientes pasa necesariamente por aparcar una política de parches y pequeños
pasos y tener la valentía suficiente de abrir un proceso de diálogo con la
convicción de que, pese a la diversidad de opiniones, es posible avanzar hacia
la consecución de consensos.
O como decía Bauman: "El único consenso que tiene alguna
posibilidad de éxito es el reconocimiento de la heterogeneidad de los
desacuerdos". Y abrir ese diálogo, en plena madurez democrática, es el reto más
importante que nos corresponde acometer para refundar los pilares de nuestro
sistema político, social y económico.
[*] Ana Oramas es diputada de Coalición Canaria
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
25082 | Cuquiño - 22/11/2013 @ 09:50:53 (GMT+1)
Cuquiña, mira que te lo tengo dicho: ¿Cómo puedes ser tan descerebrada? Tú, a lo tuyo, Cuquiña, cariño; tú al "m'abru_mas" que tan bien se te da.
25049 | Cuquiña - 20/11/2013 @ 20:04:13 (GMT+1)
Tu paternalismo y bondad impostada son altamente empalagosas ¿qué crees tú que se puede dialogar con la izquierda? pues parece que solo repartirse cromos para que los altos tribunales sean gregarios de los políticos y cuando estos cometan un delito, se encarguen de sacarle las castañas del fuego. Solo para eso se alían. Vergonzoso. La izquierda se cree que solo ella tiene legitimidad democrática para gobernar, y alborota la calle y se opone a las cosas más razonables. Parece mentira que estando en el Congreso seas una inocentona componendas, ya que tienes que conocer a todos mejor que la palma de tu mano. No seas tan ñoñita
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