Desplazados en su propio país (carta abierta a la ministra de Sanidad)
lunes 18 de noviembre de 2013, 13:43h
Señora Ministra:
En diciembre se cumplirán ¡doce
años!
del primer anuncio de la tarjeta sanitaria única que hizo Celia Villalobos,
entonces titular de Sanidad. Doce años en los que se han ido sucediendo
gobiernos de distintas siglas. Doce años en los que, lejos de de hacer lo
coherente, se ha ido complicando más y más la existencia de los españoles para
recibir un tratamiento sanitario y farmacéutico igual en todo el país. Doce
años en los que a ninguno político que ha pasado por el ministerio que hoy
ocupa usted, se le haya caído la cara de vergüenza por el hecho de que nada
menos que a cuatro millones de españoles se les llame oficialmente
"desplazados" -con las dramáticas connotaciones que tiene este calificativo- y
se les obligue cada tres meses a renovar semejante título, a esperar turno en una
consulta distinta -y por tanto marginal- y abarrotada para los desplazados, esa
casta. Doces años peregrinando con las recetas de farmacia en farmacia. Doce
años, señora Ministra, esperando que alguien reconozca que la sanidad española
la hemos pagado toda entre todos, que la empezaron a pagar nuestros padres y
hasta nuestros abuelos y por tanto todos tenemos derecho a utilizarla en
igualdad de condiciones en cualquier rincón del estado español.
Hace doce años, tras el disparate del
troceo sanitario de España que daba derechos a las CCAA en la misma medida que
se los quitaba a los ciudadanos en este sentido, se habló por primera vez de
solucionar un problema que es infinitamente más grave de lo que puede parecer.
Pero no se hizo nada.
Llegó después La Ley de Cohesión y Calidad
de 2003 que fijaba algo tan elemental como que los ciudadanos tienen derecho a
recibir en cualquier comunidad autónoma asistencia en las mismas condiciones que
en la suya de residencia. Fue mentira. No se hizo nada.
Después el Real Decreto
183/2004, de 30 de enero vuelve a regular la tarjeta sanitaria individual -que
sigue sin existir- y se afirma textualmente que "será individual emitida por
cualquiera de las Administraciones sanitarias competentes, válida en todo el
Sistema Nacional de Salud, y permitirá el acceso a los centros y servicios
sanitarios del sistema en los términos previstos por la legislación vigente".
También fue mentira. Tampoco se hizo nada.
Y ahora llega su Real
Decreto que intenta poner orden-por tercera o cuarta vez- en este desmadre
lleno de promesas incumplidas y que tiene la siguiente disposición
adicional única: "Sustitución de tarjetas sanitarias individuales: El proceso
de sustitución de las actuales tarjetas se llevará a cabo de forma progresiva,
con motivo de su renovación por cualquier causa o de nuevas emisiones, debiendo
estar finalizado antes de cinco años contados a partir de la entrada en vigor
de este real decreto, siempre que las disponibilidades presupuestarias de las
diferentes administraciones públicas competentes lo permitan". Pues tampoco es
verdad, no se está haciendo absolutamente nada de eso señora Ministra y no sólo
no se está haciendo nada, sino que todo parece indicar que no hay ninguna prisa
por hacerlo porque en las CCAA ni siquiera saben muy bien ni lo que tienen que
hacer ni cómo hacerlo. Y mientras, los "desplazados", esa casta, yendo y
viniendo con el lío de las recetas, de los papeleos que tienen que renovar cada
poco, con la inseguridad de que sólo se pueden poner enfermos graves para
entrar por urgencias. No es ni justo ni lógico, señora Ministra y lo peor es
que ya ni nos creemos que esta vez se haga algo: ¿por qué si llevan doce años
engañándonos?
Permítame una
sugerencia tan sencilla como improbable: admitamos el plazo de 5 años que su
Ley propone -que ya es admitir- para la nueva tarjeta; pero hasta entonces
aprueben por decreto la validez real -no teórica- de las actuales tarjetas para
todos el territorio español, incluidos los traslados, las farmacias y la
asistencia primaria. No me parece tan difícil, se puede redactar en un fin de
semana y va a facilitar un poco más la vida a cuatro millones de españoles. Piénselo.
Doce años engañándonos son demasiados años.