Ha llegado la hora de la
verdad para
Ana Botella. Verdad es que la alcaldesa de Madrid no ha tenido
mucha suerte últimamente en su trayectoria profesional: primero, el varapalo a
la candidatura olímpica de Madrid, un revés del que, desde luego, no se puede
culpar a la actual regidora de la capital. Luego, una huelga de basuras que no
ha sido atajada a su debido tiempo, en la que han intervenido demasiados
factores externos y que es, sin duda, la protesta más espectacular que ha
recaído en ese enorme manifestódromo del descontento nacional que es Madrid.
Para colmo, la señora Botella tiene muchos rivales externos -ya son tres
los que concurrirán a las primarias por el PSOE- y decididos enemigos
internos.
Yo mismo me acuso de haber
sido, en anteriores comentarios, excesivamente severo con la alcaldesa de la
capital. Cierto que hay críticas que me parecen merecidas: se ha tardado
demasiado en afrontar esa huelga de basureros que ha apestado la principal ciudad
de España, la que más representa a la hora de mostrar la 'marca España'
y la segunda, tras Barcelona, que mayor número de turistas atrae. O atraía.
Pero también me constan sus esfuerzos a favor de una urbe más 'social'
y su voluntad de no tensar demasiado las cosas frente a unos sindicatos muy
cerrados en sí mismos y frente a algunos grupos extremistas a los que fuentes
policiales culpan de extender las basuras más aún de lo que ya se han extendido.
Veremos qué ocurre cuando,
dentro de pocas horas, se cumpla el ultimátum lanzado por la alcaldesa a las
empresas concesionarias que soportan la huelga de sus trabajadores. ¿Podrán
hacerse cargo de la limpieza los servicios públicos, que ya han mostrado su
rechazo a sustituir a sus compañeros huelguistas? ¿Habrá de llamar a la Unidad
Militar de Emergencia para que afronte el saneamiento de la capital? Lo que sí
es cierto es que de este sábado no puede pasar: un conflicto al fin y al cabo
local se ha transformado en internacional, gracias a determinados comentarios,
mejor o peor intencionados, en importantes medios europeos. La maltrecha 'marca
España' no podría soportar un mayor deterioro, ni tampoco el comercio y
la hostelería podrían hacerlo, para no citar ya a los ciudadanos.
Difícil, muy difícil reto
para una Ana Botella puesta en cuestión en algunos ámbitos de su propio
partido, el PP. Y no solamente por ella misma, claro; el distancimiento de
José
María Aznar, al fin y al cabo marido de la alcaldesa, y la 'fuente de
todo poder',
Mariano Rajoy, tiene sin duda bastante que ver con el actual
estado de cosas y con esos rumores de que la dirección de los 'populares'
se resiste a volver a presentarla en las elecciones municipales. Aunque ¿tienen
a alguien mejor? Y, en segundo término, si Botella resuelve bien el reto de las
basuras, ¿no es cierto que recuperará muchos puntos en el aprecio ciudadano,
que sin duda creció algo ante el humor con el que ella se tomó las cuchufletas
derivadas de la ya célebre 'relaxing cup of café con leche'?
Siempre es difícil predecir
quiénes serán los contendientes en la 'batalla por Madrid'. A
escala autonómica y municipal siempre hay, pese a lo endiablado del puesto, multitud
de candidatos. Yo aún no daría por amortizada a Ana Botella, cuya barca tiene que
pelear, más que ninguna otra en estos momentos, con la enorme, hoy aún
pestilente, tormenta.
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