En 45 minutos el secretario general del PSOE dio todo un recital de
pasión y liderazgo. Cuando más se le discute desde dentro del socialismo
y cuando más voces piden unas elecciones primarias con la intención de
desplazarle de una posible candidatura va ?l y realiza unos de sus
mejores discursos políticos. Dirigido a los convencidos, dirigido a los
militantes y a los que en el pasado votaron a unas siglas que se
difuminan en el nuevo estilo de colocar la rosa. Conoce las fibras
sensibles de los suyos, conoce lo que desean: librarse de la pesada losa
del fracaso. Y les proporciona la mejor de las pomadas posibles, la de
la esperanza.
Reconoce
Rubalcaba la severa derrota de 2011 y les recuerda a los dos
mil compromisarios que llenan el auditorio del Palacio de Congresos
madrileño que le eligieron en Sevilla para sacarles del hoyo, para
ofrecerles un nuevo proyecto, y que ha cumplido. Un mensaje dirigido a
los impacientes como
Tomás Gómez, como
Emiliano García Page, como
Fernández Vara. Llegó tras la derrota para quedarse y está dispuesto a
ello salvo que las elecciones europeas golpeen de nuevo la credibilidad
del partido, o que en las primarias a celebrar dentro de un año coloquen
al frente de la lista del PSOE a otro nombre.
Les incita a reconquistar a los ciudadanos, a ser valientes y
responsables, a superar las tres crisis que estamos viviendo en España:
la social, la económica y sobre todo la política con un " reformismo
radical" dentro de una Unión Europea sin cuya existencia sería imposible
superar los desafíos de la globalización. Les asegura que de esa forma
se echará a la derecha del poder de la misma forma que se la hecho en
2004, por sus mentiras.
Enardece al auditorio, que se pone en pie y aplaude como si se hubiesen
ganado ya las elecciones, cuando habla de sanidad, de pensiones, de
educación, de solidaridad con los emigrantes, de la unidad territorial
irrenunciable pero compatible con la diversidad, cuando afirma que los
socialistas no son nacionalistas, que son eso, socialistas, y que hay
que ayudar a las familias y a las pequeñas y medianas empresas de la
misma manera que se ha ayudado a los bancos. La forma: un pacto de
rentas entre empresarios y trabajadores.
Se detiene y hace hincapié en la reforma fiscal, en un ataque indirecto
hacia los ricos, a cambio de reducir o anular los impuestos a los
pensionistas y a los parados.
Cuando se refiere al PP como " derecha desalmada" y cuando menciona a la
Iglesia y la denuncia del Concordato con el Vaticano vuelve a
incendiarse la gran sala del cónclave. El PSOE lo define Alfredo Pérez
Rubalcaba de tres formas que se unen en una, tal y como si se tratara de
la Santísima Trinidad ideológica del siglo XXI: feminista, laicista y
ecologista. Un chute doctrinal en vena, de los que aceleran los latidos
de las masas, aquellos que consiguen que se olvide el pasado y se sueñe
con un futuro de renovado poder.
Son ya las dos y cuarto de la tarde. Se le nota cansado, con la voz
rota, pero tiene preparado el final, ese que muchos querían y del que él
se limita a colocar las primeras piedras: habrá primarias, abiertas a
la sociedad, en la que participen todos aquellos que quieran. Y como
siempre viene bien pedir el voto útil no duda y asegura que su partido,
que el PSOE es el único que puede vencer a la derecha. Un final en el
que rescata el nombre completo de sus viejas siglas: Partido Socialista
Obrero Español. De la monarquía ni una palabra. La mencionaron otros y
el nombre provocó algo de pitos, algo de abucheos, pero fácilmente
controlable. Ahora no toca cambiar de régimen, toca modificar la
Constitución y poner en marcha un estado federal, algo que. O se podrá
lograr con la simple y más que difícil victoria, necesitará del otro
gran partidos desde Córdoba Maríano Rajoy ya ha dicho que la
Constitución no se toca.
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