El voto de la inmensa clase media
domingo 10 de noviembre de 2013, 15:38h
Donde se van a
jugar las próximas elecciones es en el espacio, cada vez mayor, de
la clase media, o de las clases medias. En los últimos años del
Gobierno socialista de Zapatero
-sorprendentemente aclamado en la Conferencia Política del PSOE-,
y en los del PP se ha ahondado la diferencia entre los más ricos
-cada vez más y más ricos- y los más pobres -también muchos
más, tres millones viven con menos de 307 euros al mes, y más
pobres-, pero hay una inmensa clase media en la que conviven
pensionistas bajo mínimos, mileuristas que no llegan a fin de mes,
funcionarios con un poder adquisitivo cada vez más reducido,
empleados en precario, profesionales liberales con más o menos
apuros, estudiantes sin futuro o impelidos a buscar trabajo fuera de
España, rentistas, personas con algunos recursos, algunos, los
menos, sin problemas... La merma de la capacidad de consumo de esta
clase media incide sobre el pequeño comercio y de la economía. Un
colectivo diverso, muy numeroso que está perdiendo la fe en el
sistema y que no ve que los partidos tengan ideas para el futuro. No
les une la ideología sino la insatisfacción y la preocupación por
el presente y por futuro de los suyos.
La Conferencia Política
del PSOE no ha dado respuesta a esa inquietud de una clase media
reconfigurada. No han construido ni parece que esté en el horizonte
un discurso que hable de una nueva redistribución de los recursos
escasos; de la moral fiscal y del rediseño de unos sistemas fiscales
equitativos pero suficientes; de cómo transformar la solidaridad; de
los nuevos derechos y deberes ciudadanos. La vieja izquierda sigue
anclada en una arcaica visión obrera del mundo -si el PSOE quiere
modernizarse debería empezar por eliminar la O de sus siglas- y en
el mantenimiento inflexible de un Estado de Bienestar que se va a
transformar sí o sÍ, de un sistema educativo fracasado, y de la
prestación en exclusiva de los derechos sociales por el sector
público -muchas veces ineficiente o corrupto-. La desconfianza
social hacia el PSOE y su falta de ideas y de líderes es patente.
Mientras, el Partido Popular ha incumplido todo su programa y
tiene desconcertadas a sus bases. En la educación, la sanidad y la
justicia ha conseguido algo impensable: que todos estén en contra de
sus políticas y, sobre todo, de quienes las ejecutan. La derecha más
a la derecha reniega de un partido "cobarde" y está más cerca
que nunca de la abstención. El centro y la derecha moderada rechazan
la soberbia y la prepotencia de los líderes "populares".
PSOE
y PP han perdido su legitimidad y su valoración social. El partido
que asuma y lleve a la práctica la urgente demanda de cambio que
reclama la nueva mayoría de las clases medias será sin duda la
fuerza que domine la política española en las próximas décadas.
¿Será la izquierda? Tendrá que definir sus objetivos y cambiar
radicalmente sus comportamientos. ¿La derecha? Deberá abandonar la
soberbia y volver al centro. Alguien tiene que ofrecer alternativas a
la nada.