Malos tiempos para la lírica
jueves 07 de noviembre de 2013, 07:38h
Desde hace más de un lustro, antes incluso de que comenzara
la tan temida crisis, eran muchos los agoreros que anunciaban el fin de una
magnífica profesión que se había dormido en sus laureles y a la que las nuevas
tecnologías les están dando la puntilla. Junto con la construcción, el
periodismo ha sido el sector que más víctimas se ha cobrado la puñetera crisis.
Posiblemente mucha parte de la culpa la tengamos los propios profesionales que
hemos dejado los medios en manos de capitalistas desaprensivos y políticos
corruptos y no hemos sabido buscarle una salida digna a un trabajo vocacional y
visceral de servicio a la sociedad. Los recientes ejemplos de cierre de la
Radiotelevisión valenciana y del decano de la prensa andaluza, "El Correo
de Andalucía" son una evidencia de que el llamado durante el siglo pasado
el "cuarto poder" ha quedado convertido en un negocio de escasa
rentabilidad y de corto poder de influencia. Y si un periódico (o una radio o
una televisión) no es rentable, tiene pérdidas y además tampoco puede
utilizarse para manipular políticamente a la sociedad, apaga y vámonos. Está
condenado a la desaparición. De todas formas habría que contemplar desde
distinta óptica cada caso particular. No es lo mismo lo que ha ocurrido con la
RTVV que las peripecias que ha sufrido "El Correo de Andalucía" desde
que dejó de pertenecer a la Iglesia.
Bajo mi punto de vista lo de la RTVV es la consecuencia lógica de los recortes
de la crisis. En los años noventa del pasado siglo, cuando estábamos en la
época de la abundacia y el despilfarro, casi todas las autonomías motaron sus
radiotelevisiones públicas para mayor bombo y platillo de los gobiernos que las
regían. Se crearon algunos entes mastodónticos con miles y miles de empleados
(sobre todo en Cataluña, Valencia, Euskadi y Andalucía) cuyos déficits
millonarios eran enjugados por el erario público sin control alguno. No sólo
eso sino que en muchos casos las productoras que les servían no eran sino
empresas creadas por amigos del partido en el poder para hacer progamas zafios
que eran costeados por los presupuestos de la comunidad y llenaban las bolsas
de ex consejeros o dirigentes políticos. En Andalucía, Canal Sur ha sido (y
sigue siendo) un vivo ejemplo de televisión pública al servicio del PSOE-A sin
que le procupe lo más mínimo los principios éticos de su creación, el 28 de
febrero de 1989, es decir, servir como instrumento de información y
participación para los andaluces en la sociedad, la cultura y la política del
país. Además, pretendía ser un medio de difusión de los valores históricos,
culturales y lingüísticos de Andalucía. A la vista está que sus programas estrella,
"Se llama copla", "La Báscula", "Menuda Noche" o
las tardes de Juan Imedio con los viejos, no son precisamente un ejemplo
de valores autóctonos y culturales. Con todo, y diga lo que diga la presidenta Susana
Díaz sobre su buena gestión, lo cierto es que nos sigue costando cada año a
los andaluces más de cien millones de euros y, pese a los recortes y al cierre
de Canal Sur 2, sus 35 directivos cobran más que la propia presidenta. Claro
que aquí no hay peligro de cierre. Fataría más. El PSOE sabe que tiene en sus
manos un instrumento mediático poderosísimo para ganar voluntades...y
fundamental para las elecciones ya que su audiencia se centra en los pueblos y
en la tercera edad. Aquí la Junta pone el dinero y pare usted de contar. Como
decía hace unos años uno de sus directores, Salvador Domínguez, cuando
acudió al Parlamento para explicar las cuentas, "lo siento, señoría, pero
estoy chungo de papeles".
Muy distinto ha sido el caso de "El Correo de Andalucía". Fundado el
1 de febrero de 1899 por el cardenal Marcelo Spínola, fue practicamente
el único medio impreso que plantó cara en Sevilla a la dictadura franquista en
los años 60 y 70 del pasado siglo, con directores tan emblemático como el
recordado José María Javierre. Tras la llegada al poder de los
socialistas en la Junta, Gaspar Zarrías montó una operación de compra
del periódico a través a un empresario "amigo", Emilio Martín.
Su empresa, Prensa Sur, se hizo con él gracias a los préstamos a fondo perdido
de algunas Cajas de Ahorro dominadas por el PSOE y a la privatización de
Intelhorce. Posteriormente, a principios del presente siglo, Prensa Sur se lo
vendió a Prisa (El país) quien, en 2007, ante las pérdidas acumuladas, optó por
vendérselo al industrial extremeño Alfonso Gallardo cuya única intención
era utilizarlo para que la Junta aprobara su pretendido oleoducto entre Huelva
y Badajoz a través de Doñana. Al no conseguir este objetivo por las protestas
de los ecologistas y las trabas de la UE, a Gallardo ya no le servía "El
Correo" y comenzó a dejar de pagar las nóminas a sus empleados. La última
jugada de Gallardo ha sido la de ceder el control del periódicod al grupo Abra
Invest que ha nombrado consejero delegado a Diego Castrejón, un
periodista que estuvo en prisión acusado por un delito de apropiación indebida.
Exresponsable de Comunicación del Ayuntamiento de Camas, se hace llamar también
Diego del Barco. Castrejón también estuvo investigado en el Caso Camas. La
historia, pues, de los últimos años de "El Correo de Andalucía" está
sembrada de turbios manejos políticos cuyas víctimas son más de un centenar de
magníficos profesionales que, en estos momentos, mantienen una huelga y un
encierro en las dependencias del periódico en lucha por sus puestos de trabajo.
En este caso lo más denigrante es que algunos consejeros de la Junta y
responsbales del PSOE-A, acudiesen impasibles a la manifestación de protesta
cuando uno de los máximos responsables del cierre de este medio histórico han
sido las maniobras mediáticas de ciertos dirigentes socialistas.
Sea como sea, lo cierto es que, se mire a donde se mire, son muy malos tiempos
para la lírica, para la prosa y para esta bendita profesión que ha quedado en
manos de tiburones sin escrúpulos. Y miles de jóvenes siguen acudiendo cada año
a la Facultal de Ciencias de la Información porque creen que el pariodismo es
un arma cargada de futuro. Ilusos.