Con la educación nos jugamos todo
jueves 31 de octubre de 2013, 11:14h
La formación, la buena
formación, es lo único que puede poner a España en los puestos de cabeza de la
inteligencia y, sobre todo, del desarrollo económico. Para eso hace falta
cambiar el sistema educativo -no sé si con la Ley Wert o con otra cualquiera,
pero con una que no sea la que todavía hoy padecemos- y reformar después, o mejor
al mismo tiempo, la Universidad que, hoy por hoy, tiene el prestigio a la
altura de la suela de los zapatos. Lo prueban los rankings internacionales,
pero no hace falta formar parte de ningún observatorio especializado para
saber, con muy dignas excepciones, que las Universidades españolas están mal
gestionadas, tienen un profesorado manifiestamente mejorable, no están
especializadas en nada, no son competitivas porque no tienen que competir con
ningún otro centro y apenas destacan en investigación, a pesar de que, en este
país, la mayor parte de la investigación se hace en las aulas porque las empresas
no se gastan nada.
La ventaja de quien sea
capaz de hacer una reforma de la educación, desde preescolar hasta la
Universidad es que, por pocos frutos que consiga, se va a notar como si hubiera
escalado el Himalaya. Si la media del fracaso escolar en Europa es del 8 o el
10 por ciento, en España está entre el 25 y el 30. Y digan lo que digan ni los
profesores están peor pagados que en otros países ni el dinero que se destina a
educación en los Presupuestos del Estado es menor proporcionalmente al que se gasta
en otros países. Sin duda se utiliza peor y, sin duda también, los baremos que
miden el rendimiento escolar son mucho menos exigentes que en otros lugares.
Ahora se plantea otro
problema que dará que hablar. Algunas decenas de miles de estudiantes -¿más de
treinta mil?- van a tener que devolver sus becas por no haber alcanzado el
rendimiento exigido por el nuevo equipo ministerial. No es que les pidan un
notable alto. Simplemente deberán acreditar haber aprobado el 50 por ciento de
los créditos y haber asistido al ochenta por ciento de las clases. Ya hay
contabilizados 12.000 estudiantes universitarios y 8.000 de Formación
Profesional, pero faltan muchos centros por enviar sus datos. Sólo en Andalucía parece que son 6.000. Se
avecinan protestas.
Por el contrario, las
Escuelas de Negocios españolas están en cabeza de casi todos los rankings
internacionales, especialmente IESE, Esade y el Instituto de Empresa, con sus
MBA y con otros estudios. Y hay otras que ocupan puestos de referencia y son muy
valoradas en su especialidad como ESIC o la EOI. ¿Por qué éstas son la
vanguardia y atraen a estudiantes de todo el mundo y no hay una sola
Universidad española que esté entre las 200 mejores del mundo? Porque lo hacen
bien. Quienes defienden el modelo de "esta" escuela pública deberían explicar
cómo con tantas bondades ha causado tal estrago en la formación de generaciones
de españoles.