jueves 31 de octubre de 2013, 09:53h
El 31 de octubre, cuarenta días después del equinoccio de otoño,
celebraban los celtas la festividad de "Samhain"; el final del año, fin del
verano, del buen tiempo, de las cosechas. La muerte de la Naturaleza y el frío
hacen inevitable la asociación con otras muertes. En el mundo helénico eran los
días en que se abría una puerta entre el Hades y el mundo visible permitiendo
las manifestaciones de los espíritus familiares. Tiempo de cambio de pastos y
de guardar al ganado en los establos.
Como toda época de cambio "Samhain" significaba una crisis, una grieta
abierta entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos, una vía entre
nuestra dimensión tangible y la dimensión de las tinieblas. De ahí la
importancia de las velas para iluminar y señalar el camino entre los dos mundos
así como de las ofrendas de comida, bebida y flores a los difuntos,
convirtiendo a los amenazadores muertos vivientes en agradecidos antepasados...
Parece que la Iglesia Cristiana, ante la multiplicación de mártires y
santos, mencionó la necesidad de celebrarlos a todos el mismo día en un sermón
memorable pronunciado por San Efrén "el Sirio" el año 373, pero será el Papa
Gregorio III (731-741) quien traslade la festividad del 13 de mayo al 1 de
noviembre, consciente de la conveniencia de superponer esa celebración a los
ritos paganos celebrados aún por toda Europa.
La cristianización de los celtas en Irlanda y el inevitable
sincretismo resultaron en un cambio de nombre; de "Samhain" pasó a "All
hallow's Eve" o "víspera de Todos los Santos" y de ahí a "Halloween",
absorbiendo los elementos paganos según los cuales los espíritus de los muertos
se asoman a nuestras puertas para ser aplacados por los regalos y ofrendas de
los vivos. Los inmigrantes irlandeses llevarían a los Estados Unidos la
celebración y el rito, y de América ha vuelto a Europa gracias al cine y la
televisión. Tal vez el éxito de Halloween en el Viejo Continente se deba a que
no es más que el reencuentro de una fiesta ya celebrada por los druidas celtas,
también cántabros, astures, galaicos y lusitanos en lo más profundo de los
bosques oscuros de tejos y muérdagos, festejada con magostas y dulces de miel
que aportaran calorías para el frío invierno que acechaba ya tras los ritos y
misterios de ese día.
El sincretismo no se limitó a Europa. Los españoles, por su parte,
llevaron a América el día de Todos los Santos el 1 de noviembre y la
Conmemoración de los Difuntos el 2. Y los aztecas o mayas que celebraban la
muerte como la necesaria continuación de un ciclo cósmico de regeneración y
vida se apropiaron de las fiestas, transformando los tradicionales "panecillos
de la muerte" mallorquines o los "huesos de santo" españoles en un despliegue
barroco de calaveras de azúcar, esqueletos, flores de Xempaxúchil que adornan todo
México el Día de Muertos, velas simbolizando la ascensión del espíritu, cadenas
de papel morado y amarillo vinculando la
vida y a la muerte, papelitos picados dando colorido y alegría de vivir,
incienso de copal, maíz, tejocotes, naranjas, jícamas, cruces de cal señalando
los cuatro puntos cardinales y sal para evitar la corrupción de los cuerpos. Y
mientras, los mismos días, aymaras y quechuas en Perú, Bolivia o Ecuador
visitan los cementerios, adornan las tumbas de sus ancestros con ofrendas de comidas,
bebidas y cosas gustosas para los difuntos, las orquestas tocan entre las
tumbas, y corre la cerveza y el pisco acholado en la creencia de que los
muertos nos visitan y se quedan con nosotros del mediodía del 1 al mediodía del
2 de noviembre.
Hoy día la fiesta de Halloween triunfa porque tiene todos los
elementos requeridos para ello; su origen en una cultura dominante, la
sensación de pertenencia a un grupo mediante el disfraz y ciertos rituales
repetidos, los vestidos ajenos a lo cotidiano o la suspensión de las normas
habituales de comportamiento propiciadas por las máscaras, como en los
carnavales.
Pero la dimensión lúdica es sólo otra cara de la efeméride; los seres
humanos nos produce un hondo consuelo estar, al menos una vez al año, con
quienes han pasado a otra dimensión inalcanzable. Nos consuela también creer
que volveremos a reencontrarnos con
quienes, de momento, se queden aquí. Pero en el mundo industrializado, urbano y
moderno se pierden los ritos y se olvidan los mitos.
Hoy vivimos desnortados,
es decir, sin norte y sin las referencias sabias de nuestros ancestros y su
legado de tradiciones basadas en experiencias milenarias. Ellos sabían como
celebrar a los difuntos nos consuela, además de renovar anualmente los vínculos
de familias y clanes con antepasados comunes, con los pueblos de donde venimos,
donde siguen enterrados los nuestros. Son también formas de propiciar a los
espíritus, transformando los temibles fantasmas en protectores antepasados. Por
todas esas razones existían y existen esos ritos y celebraciones y volvemos a
los pueblos y a los cementerios cada año.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
24630 | B T-M - 31/10/2013 @ 13:10:25 (GMT+1)
Muchas gracias por su comentario, señor... estooo... Presidente. No hace falta que golpee la pantalla dos veces, ni tampoco una si es usted... Chévere eso de la epifanía con la cara de hormigón armado (Y tanto. El gasto militar aumentó en Venezuela un 42 por ciento en 2012 estimándose en 3.316 millones de dólares). Pero ya puestos en Halloween y a encarnar de noche algo que se pose en el hombro de Maduro le sugiero, como más propio de la fiesta, y con tantas armas por habitante no un pajarito azul, sino un zopilote violáceo.
24622 | Aló, Presidente - 31/10/2013 @ 10:48:52 (GMT+1)
Pues cómo no abrirse una puerta entre el otro mundo y el nuestro cuando se trata de San Hugo Chávez, lean, lean compañeros... El presidente de la República de Venezuela, Nicolás Maduro, ha asegurado este miércoles que la mirada del fallecido presidente Hugo Chávez habría aparecido durante la excavación de los túneles de la línea 5 del Metro de Caracas, según informa el diario venezolano 'Ultima Noticia'.
El presidente ha compartido unas fotos que le han regalado los trabajadores de las excavaciones. "Miren la figura, un rostro, esta foto la tomaron los obreros (...) en ese rostro está la mirada de la Patria, que está en todos lados, como en estos fenómenos que no tienen explicación", ha declarado.
"Se me paran los pelos nada más de contarlo", ha insistido Maduro, tras mostrar la imagen impresa de una escena que, según ha añadido, ya desapareció del sitio. (la escena no era de sus pelos parados, sino de los plastajos con la cara de cemento de Chávez) El mandatario ha indicado que esa imagen "apareció a las 2 de la madrugada". "Eso es para que ustedes vean que Chávez está en todas partes", ha sentenciado "Pero no a todas horas".
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