La ficción de la abundancia
sábado 19 de octubre de 2013, 12:29h
Escucho
a Botín hablando de la abundancia. Pulcro rostro, arrugas de gran
cañón, el aire espeso de los consejos de administración en sus
ojos. El dinero fluye, llega aquí en abundancia, todo el mundo nos
lo quiere dar. Quiere decir algo así como que vivimos en un paraíso
lleno de euros por todas partes, y que quien no se llena los
bolsillos es porque no quiere. Lo que dice es algo obsceno viendo la
que está cayendo. Ah, este mundo dual, subjetivo, en el hay tantas
realidades como cerebros (pura teoría de la relatividad) a pesar de
que llueve siempre para abajo, y el común de los mortales, salvo en
la percepción del enigma del creador, como en la Gioconda,
percibimos claro lo que es un rostro de dolor y lo que es un rostro
de felicidad. ¿Acaso no tendríamos que decir que en esa evidencia
hay poca relatividad?
Una
cosa es la teoría y otra la práctica. Una cosa es demostrar que
Aquiles no podrá alcanzar jamás a la tortuga, y otra saber que en
la evidencia del vivir cotidiano Aquiles siempre alcanza a la
tortuga, porque corre más rápido. Y también una cosa es la
economía nominal y otra la economía real. O la macroeconomía y la
microeconomía. Una cosa es la pantalla luminosa atestada de figuras,
números, fórmulas, gráficos y otra abrir la puerta, salir a la
calle, encontrar asfaltos rotos, tiendas cerradas, multitud de pisos
con carteles. Encontrar manos vacías de viandantes que no llevan las
bolsas de la compra. Y sobre todo encontrar esa indigencia creciente
(exponencial que diría un economista) que debería avergonzar al
gobierno. Pagamos demasiados impuestos y no creo que nadie tenga el
corazón tan duro como para no desear que se usen para dar de comer
al hambriento. ¡Cuántos gastos hay menos necesarios, algunos
incluso impúdicos, que se llevan el sudor de nuestra frente!
Claro,
una cosa es la teoría y otra la práctica. Una cosa son las palabras
y otras los hechos. Una los discursos y otras las realidades. Por eso
cada vez somos más los que sentimos nausea al oír peroratas de
políticos que siguen dale que te pego con esa catarsis verborreica,
con esa charlatanería hispana que tanto odiaba el gran Baroja. Con
la realidad que vivimos hay que dejarse de frases y sofismas, y poner
los cinco sentidos en mejorar las cosas. Pues quienes mandan son, en
verdad, quienes pueden arreglar una parte o el todo del problemón.
Lo
que pasa es que unos viven en la economía nominal y otros vivimos en
la real. Y por mucho que se diga que esto vuelve a ser el paraíso de
la abundancia, la terca realidad, o el FMI, nos entregan datos
estremecedores, sobre todo en el empleo. Y claro que entiendo que la
economía es una ciencia sicológica y es bueno crear expectativas.
Pero no a costa de enterrar el duro mundo concreto al que nos han
llevado. Además, no se trata de que vuelva otra ficción de
abundancia, sino que de una puñetera vez comencemos a ser, en la
realidad y no en las estadísticas, un país desarrollado.