La historia interminable de los EREs falsos
miércoles 09 de octubre de 2013, 13:09h
Qué quieren que les diga. Yo ya he perdido la cuenta. Otros
cincuenta imputados más en la segunda fase de la "Operación Heracles"
con lo que el número de implicados en el fraude de los EREs falsos se acerca ya
a los doscientos. Es el cuento de nunca acabar o, mejor dicho, "La
Historia Interminable" de Michael Ende. Ya no son sólo presidentes
y ex presidentes de la Junta, varios consejeros, directores generales y altos
cargos de Empleo, aseguradoras y empresarios corruptos, ahora entran en liza
también los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CC.OO., algo que se veía venir
después de que uno de los conseguidores más importantes del cotarro era el ex
dirigente ugetista Juan Lanzas. Mercedes Alaya sigue implacable
su investigación, suma folios y folios de instrucción al anorme sumario y no
ceja ni un milímetro en cerrar el cerco alrededor de una complicada y cada día
más amplia trama que ha defraudado a los andaluces cientos de millones que
deberían de haber estado destinados a los parados. Y para colmo también le
adjudican al Juzgado número 6 el caso de las facturas falsas de UGT. Lo que le
faltaba a la jueza para acabar con el cuadro de la corrupción generalizada que
se ha vivido en Andalucía en los últimos treinta años. Un escándalo de
proporciones megalíticas.
Porque en el fondo todo es lo mismo, algo así como el timo de la estampita o el
del nazareno, pero a lo grande porque ya se sabe (Carmen Calvo dixit)
que el dinero público no es de nadie. Falsificar papeles a trocho y mocho para
que el dinero de la Junta de Andalucía, es decir, el de los impuestos de todos
los andaluces pagamos religiosamente, se lo repartan entre unos cuantos. Se
falsificaban los presupuestos con partidas como la 31L (el fondo de reptiles
que decía Guerrero) para poder disponer de millones de eruos sin control
alguno, se falsificaban subvenciones, se falsificaban nóminas de empresas para
incluir en los EREs a personajes que jamás había trabajado en ellas, se
falsificaban facturas, se falsificaban proyectos que jamás se hicieron, se
falsificaba todo lo falsificable para que unos cuantos con carnet del PSOE, de
la UGT o de CC.OO. (que visto lo visto cada día son más) se dieran la vida
padre mientras asistían con sus banderitas y pancartas a mítines o a
manifestaciones proclamando igualdad, solidaridad, trabajo o justicia social.
Manda huevos, que diría Trillo.
Huído Pepe Griñán a la cesantía muy bien pagada del Senado, la flamante
presidenta Susana Díaz ("combatiré la corrupción venga de donde
venga") parece no haberse enterado tampoco de nada de lo que ocurría hasta
hace tres días en la Junta y eso que ella era, con su padrino como jefe,
consejera pleniponteciaria de Presidencia desde hace casi dos años. Es algo que
llama poderosamente la atención y lo ha puesto de manifiesto en su declaración
ante Alaya la ex consejera y ex ministra Magdalena Álvarez. En
San Telmo no se enteraban de nada, ni Chaves ni Griñán ni Zarrías
ni Susana. Todo era legal y normal. Se han perdido casi mil millones
de euros en diez años y nadie, nadie, ni siquiera los responsables de Economía,
se han enterado. Con esos antecedentes no me extraña nada que no sepan como
acabar con el paro. A lo mejor es que no se han enterado todavía que hay un
millón y medio de andaluces en las colas del desempleo. Uno no sabe qué es
peor, que se lo llevn calentito o que estén en la inopia mientras se reparten
la manteca colorá.
Lo malo del caso, y ya lo había avisado hace tiempo, es que a la juez Mercedes
Alaya se le acumula el trabajo en su Juzgado y mucho me temo que no tenga
la capacidad ni las fuerzas de acabarlo a tiempo y mucho más ahora que parece
que una de sus más fieles colaboradoras va a darse de baja. Podría ocurrir que
muchos de los casi doscientos imputados tuviesen la suerte de que prescribiese
su caso antes de que se celebrara el pertinente juicio. Esperemos que eso no
ocurra y que se sienten en el banquillo todos los presuntos culpables del
escándalo de corrupción política más enorme que ha sacudido a la sociedad
española desde la muerte de Franco. Y a ver si hay suerte esta vez y que
alguien devuelva aunque sea la décima parte de lo robado.