El asalto se ha saldado, según datos oficiales, con 72 muertos
Crónica en directo desde Kenia: el fin del ataque al centro comercial deja muchos interrogantes sin respuesta
miércoles 25 de septiembre de 2013, 11:24h
Durante dos días una enorme columna de humo negro estuvo saliendo del tejado del edificio. Declarado de forma oficial el fin de la crisis de los rehenes, la capital de Kenia, Nairobi, comienza sus tres días de luto a la espera de un incremento dramático en el número de víctimas. Así lo ha vivido en primera persona, Ana Urgoiti Arístegui, consultora de acción humanitaria, nuestra cronista casual desde Nairobi.
Aterrizábamos el sábado 21 por la tarde
en Nairobi cuando mi vecina de asiento conectó su teléfono y comenzó a decir "no puede
ser, qué horror". Lógicamente le preguntamos qué sucedía y ahí mismo, sin
siquiera salir del avión, teníamos la primera noticia del asalto al centro
comercial WestGate en la zona Oeste de la ciudad y de las 11 personas
asesinadas. Unos minutos más tarde, el comandante, junto al habitual mensaje de
bienvenida, nos comunicaba que las autoridades recomendaban no transitar por la
zona Oeste pero sin dar más información.
Sabía el nombre del hotel en el que
iba a impartir un curso de formación para personal de la Unión Europea en
cuestiones de género en emergencias, Jacaranda, pero no tenía ni idea de la zona
en la que se encontraba hasta que el conductor me contó con más detalle lo que
había sucedido y me aseguró que, aunque el hotel estaba a dos manzanas del 'mall' (centro comercial), los accesos eran seguros en esos momentos.
Nada más bajar del taxi, el
ruido de los helicópteros y las sirenas era abrumador frente al silencio de la calle, sin gente ni
tráfico en una zona muy viva de Nairobi. En la televisión, una cadena local; en el ordenador, varias páginas de
periódicos y agencias internacionales para tener más información de lo que
sucedía. La cifra de personas asesinadas y heridas había aumentado
significativamente y ha seguido aumentando, hasta llegar a los 67 muertos.
Instrucciones de seguridad
El domingo recibí las primeras
instrucciones de seguridad: prohibido salir del recinto del hotel y tener el
teléfono cargado y conmigo todo el tiempo. Pasé el día escuchando los
helicópteros, las sirenas y tomando el pulso a la situación en función de los
coches y las personas que se veían por la calle: nada, nadie... mala señal. La
televisión conectada todo el tiempo para seguir las pocas noticias que
realmente se transmitían y para ver las primeras imágenes que las personas que
habían estado dentro comenzaban a compartir por distintas redes sociales:
escenas de miedo dentro del centro y escenas de confusión y desorden fuera.
El lunes fue el peor día. No sólo porque
había más helicópteros y tiroteos, sino porque mientras almorzábamos oímos una
explosión tremenda, gritos, más tiros y muchas carreras por las calles que
rodeaban el hotel: algunos corriendo hacia el WestGate (para curiosear) y otros
huyendo (por si acaso). Nos refugiamos en una zona "segura" dentro del hotel y
esperamos hasta que el personal nos aseguró que había fuego en el centro
comercial pero que dentro del hotel estábamos seguros. Fue entonces cuando
pudimos ver la columna de humo negro que salía del hotel y que fotografié para
compartir en Twitter. Intentamos volver al trabajo pero realmente los nervios y
la incertidumbre nos impedían a todos concentrarnos, así que decidimos
suspender el taller.
En esos momentos llegó el oficial de
seguridad y confirmó la suspensión del taller: envió a su casa a los que viven
en Nairobi y a los que estábamos alojados en el hotel nos reunió para darnos
instrucciones y tomar decisiones. Organizó un plan de evacuación: un vehículo
con conductor estaría de manera permanente en el hotel y en caso de evacuación
una escolta armada nos acompañaría hasta otro lugar seguro. Nos hizo grabar en
los teléfonos una serie de números de seguridad; y nos comunicó que, salvo que
algo más sucediera durante la noche, al día siguiente nos sacarían del
Jacaranda para llevarnos a otra zona de la ciudad donde poder continuar la vida
y el trabajo sin la tensión y los nervios que imperaban en el ambiente. La
reunión fue interrumpida por una serie de fuertes tiroteos, cada vez más cerca
del hotel y lanzamiento de gases lacrimógenos que llegaban hasta la zona del
jardín en el que estábamos reunidos, por lo que una vez más tuvimos que irnos a
una zona más protegida. El oficial de seguridad hizo una serie de llamadas y
nos confirmó que la finalidad de los tiroteos y los gases era dispersar a la
multitud de curiosos que se habían acercado tras la explosión y que impedían el
acceso de ambulancias y fuerzas de seguridad.
¿Situación bajo control?
Desde los primeros momentos el Gobierno
de Kenya aseguraba tener la situación bajo control y que todo iba a terminar en
pocas horas .... ¿unas pocas horas? Incluso ahora, que estoy en un hotel alejado
de la zona, donde la vida sigue su curso y parece que nada ha sucedido en esta
ciudad, seguimos oyendo al Gobierno que asegura que todo está bajo control pero
aquí nadie ve que realmente "todo esté terminado y bajo control".
Sabemos que
parte del centro ha colapsado, nadie sabe por qué, ni las consecuencias. Sabemos
que han capturado a los terroristas ¿a todos? ¿vivos, muertos? Nadie sabe qué
ha pasado con los rehenes, ni con las personas que aún estaban vivas y
escondidas, o si había más muertos dentro del centro. Las noticias son
confusas, algunas contradictorias...
Termino con unas palabras de ánimo para los
pueblos keniata y somalí.