martes 24 de septiembre de 2013, 16:15h
Este Papa no va a dejar
indiferente a nadie y ya tiene a todos
pendientes de sus palabras, de sus gestos, de sus hechos. No hay
"franciscólogos" y no es fácil hacer el máster en cuatro días, pero está
siguiendo un camino bastante recto. Eso no quiere decir que en una cultura
tuitera como la vivimos, de 140 caracteres, se transmitan o se entiendan bien
algunos de sus mensajes. Decir que "el Papa quiere aparcar los mensajes sobre
aborto, gays, anticonceptivos y abrir caminos nuevos" o que "el genio femenino
es necesario donde se toman las decisiones importantes" no quiere decir, como algunos
cristianos y no cristianos han interpretado, que Francisco I se va a cargar la
doctrina de la Iglesia sobre el aborto, a bendecir la homosexualidad, a dar vía
libre a los anticonceptivos o a nombrar a la primera mujer obispo/a. Pero dice
mucho de lo que va a ser su papado.
Muchos cristianos están
descolocados. Con razón. Yo sí creo que lo esencial va a cambiar. O mejor
dicho, que el Papa va a volver a lo esencial del mensaje evangélico, con
ilusión, con alegría, con las manos abiertas, sin condenas. Eso sí que lo ha
dicho y practicado con meridiana claridad. Vamos hacia una Iglesia católica más
alegre, solidaria, participativa, valiente. Nos alejamos de una Iglesia sombría,
oscura, siempre con el pecado detrás de nuestras cabezas. Una Iglesia del Amor
para ayudar a los que sufren, que son muchos. Una Iglesia, como ha dicho el
Papa, "capaz de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles,
cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una
batalla". Una Iglesia "de pastores y no de funcionarios clérigos de despacho".
La propuesta evangélica
debe ser "más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta, dice
Francisco I, surgen luego las consecuencias morales". ¿Difiere algo esto del
mensaje evangélico? Cristo curo a los enfermos, atendió a los doloridos,
perdonó a los pecadores -perdonó siempre-, distinguió claramente entre lo que
es del Cesar y lo que es de Dios, fue duro con los corruptos y los que mienten,
especialmente sensible con las mujeres y apostó por la vida. No me preocupa la
posición que la Iglesia, con este Papa, vaya a tomar sobre el aborto o sobre
otros asuntos. Sí me interesa mucho cómo
va a cambiar la forma de ofrecer su mensaje, de acercarse a los que sufren, de
perdonar a los que se equivocan, de amar a todos los que sienten necesidad de calor.
Eso que dice Francisco I
lo vienen haciendo desde hace siglos, pero también hoy, muchos sacerdotes y
religiosos, muchas monjas, muchos laicos católicos, muchas ONGs católicas -no
sólo Cáritas- que en España y en cualquier lugar del mundo están con los que
padecen persecución, con los que necesitan justicia o consuelo, con los que
tienen hambre, con los inmigrantes, con los separados o divorciados, con los
homosexuales, con los que se prostituyen o son prostituidos, con los que no
tienen hogar... Sólo que la Iglesia que sale en los medios es, casi siempre, la
Iglesia del no, de la prohibición, del poder... Atentos a Roma.