miércoles 18 de septiembre de 2013, 16:14h
Hay muchas formas de censura. La más grosera
de todas es aquella que no se conforma con ocultar la verdad sino que,
además, recurre a la manipulación de los hechos. En ése registro habría
que incluir, la línea "pedagógica" seguida en algunos colegios catalanes
en los que, a juzgar por lo que dice alguno de los alumnos les explican
que Cataluña "perdió su independencia en 1714". Se lo hemos oído decir
a un chico de 12 años reclutado por TV3 para un reportaje emitido a lo
largo de la programación que éste canal consagró el pasado día 11 a la
llamada "Vía Catalana". La manipulación del devenir de la Historia suele
ir unida a intereses de naturaleza política. Como paso previo a su
posterior liquidación física, Josef Stalin ordenó el borrado de la
imagen de León Trotsky de todas las fotografías que reflejaban la
presencia de éste revolucionario en algunos de los episodios que
jalonaron el triunfo de los soviets en Rusia. Stalin no podía soportar
el carisma y el tirón político de quien gozaba de la estima de Lenin y
había sido el artífice del Ejército Rojo.
La censura también puede presentar el rostro del silencio impuesto
por la fuerza de leyes represivas. Durante el franquismo, en España,
amén de la censura que gravitaba sobre los periódicos y se reflejaba en
la poda o mutilación de muchos de los contenidos que conformaban la
actualidad del día a día, había otra que alcanzaba al trabajo de los
historiadores, quienes, por ejemplo, no podían publicar nada sobre lo
ocurrido en la guerra de Ifni, perdida colonia cuyo rastro-tras ser
anexionada por Marruecos-, se borró durante años de periódicos, libros y
revistas de Historia.
Ya digo que la censura y la manipulación tienen muchas caras .Un
caso reciente lo tenemos en una decisión del Ayuntamiento de Barcelona
(alcalde Xavier Trías, CiU) quien ha negado a los productores de la
serie "Isabel " -se emite en TVE con gran éxito de audiencia- un
permiso para rodar y recrear en la Plaza del Rey el histórico episodio
del recibimiento ofrecido en 1493 por los Reyes Católicos a Cristóbal
Colón a su regreso del primer viaje a las Indias. Los historiadores no
se ponen de acuerdo en si el encuentro tuvo lugar en el Salón del Tinell
(ubicado en el Ayuntamiento de Barcelona) o si fue en el monasterio de
San Jerónimo de la Murtra , en Badalona. Dónde si hay coincidencia entre
los observadores de la política catalana es en señalar que al alcalde
Trías, embarcado como Artur Mas, su jefe político, en la deriva
separatistas, le resulta insoportable la idea de que en uno de los
capítulos de la mencionada serie, los teleespectadores de siglo XXI
pudieran ver -y sacar conclusiones políticas- de un hecho acaecido hace
más de 500 años. Un hecho en el que los protagonistas -Colón aparte-,
eran dos monarcas: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, quienes al
uncir el destino de sus respectivos reinos crearon el primer Estado
moderno de Europa Desde entonces, en todo el mundo, a ése Estado se le
han venido llamando España. A juzgar por su negativa a dejar rodar a la
televisión en la mencionada plaza, eso es lo que estomaga al alcalde
Trías. ¡Pobre hombre¡