Nada extraño. Las informaciones que llegan de la Audiencia
Nacional develan la tradicional estrategia del individuo que se siente cercado
por la justicia. Limpia las huellas y destruye todas las pruebas que puedan
resultar comprometedoras: discos duros, agendas, libros de registro,
grabaciones comprometidas... Es la historia criminal de todos los días, el más
trillado de todos los guiones de cualquier novela negra, película o serial
policiaco que no provocaría grandes audiencias. Pero en esta historia nuestra de
ahora sobre la financiación ilegal si se
van a batir todos los records de taquilla y de share porque el presunto
delincuente no es otro que el principal partido del país y su máximo
responsable es el presidente del Gobierno. Hay ansiedad entre la ciudadanía por
conocer el final.
Sin novedad en el Congreso. La primera sesión de control al
Gobierno tras tres meses de sequía se ha ajustado al guion más básico de estas
citas que tanta expectación suscitan como tan escasos resultados cosechan: el
presidente Mariano Rajoy y el líder
de la oposición Alfredo Pérez Rubalcaba
se han acusado mutuamente de mentir y
los dos han logrado que sus bancadas prorrumpieran en estruendosos y
prolongados aplausos, que es de lo que se trataba. Entre los populares lo que
más les ha animado esa ha sido esa alusión al "y tú más" tan hábilmente
introducida por el presidente en respuesta a su oponente por la vía de "yo no lo voy a hacer" pero
precisamente hoy "bien que podría". Nada nuevo, por lo demás, a lo acontecido
en tantas y tantas sesiones anteriores, salvo la utilización oportuna y sutil
por parte del Gobierno del auto de imputación-no imputación de la jueza Mercedes Alaya por el escándalo de los
ERE andaluces a los socialistas Manuel
Chaves y José Griñán. Para
desesperación del espectador esta historia puede tener un final fraudulento:
tapo escándalo Bárcenas con los delictivos eres de Andalucía y todos empatados.
¿Qué haremos los que exigimos que se castiguen, si las hay, las dos
corruptelas, la del PP y la Junta de Andalucía?
Constatación de un
enroque. El
presidente del Gobierno va a mantener su declaración del 1 de agosto contra viento y marea como si estuviera
grabada en las tablas de la ley de Moisés,
aunque Rajoy, a diferencia del profeta, no las romperá bajo ningún concepto.
Remitiéndose a ese discurso leído en el Senado ha eludido durante un mes y diez días las
escasas preguntas que ha permitido que le hicieran los periodistas. Y piensa
seguir así hasta nueva orden o hasta que
más evidencias judiciales y nuevos escándalos mediáticos le hagan avanzar, por
mucho que María Dolores de Cospedal
le haya incriminado indirectamente al declarar ante el juez Pablo Ruz. Que ya se sabe que los movimientos de Rajoy
son lentos y pesados como los de elefante. Durante varios meses Luis Bárcenas era el innombrable hasta
que dio un primer paso, casi arrastrado, para mentarle y sentar la nueva
versión oficial: el ex tesorero había defraudado su confianza pero cuando llegó
a la presidencia del Gobierno, en noviembre de 2011, ya no tenía nada que ver
con él. El siguiente paso que haría temblar la tierra, como los de los
proboscídeos cuando se desplazan, no se ve venir pero serviría para sentar
cátedra y confeccionar los argumentarios del PP sobre las razones por las que animaba
a su proscrito amigo y ex tesorero a ser "fuerte" tras conocerse la
multimillonaria cuenta suiza. Otro avance que requeriría un enorme esfuerzo en
la lenta y pesada dinámica presidencial serviría para ilustrar acerca de las
causas legítimas, ¡faltaría más! por las le pagaba en nómina un sueldazo, con los
bonus de coche, secretaria y despacho a su servicio. Y lo que ya haría temblar
a la tierra sería si el presidente diera otra zancada y ofreciera una nueva versión que nos sacara de
dudas sobre su ilegalidad acerca de las
más que generosas y supuestamente nada interesadas donaciones que entraban a
raudales en su partido. Nadie se atreve a aventurar cuando puede suceder
semejante prodigio aunque quienes más saben sobre los movimientos de presidente
solo imaginan tal posibilidad en caso de improbable estampida. Antes de eso
tendría que haberse estrechado mucho el cerco de la justicia. Y habrá que
verlo. Mientras
tanto la ciudadanía asiste atónita al espectáculo.