lunes 09 de septiembre de 2013, 16:34h
Bueno, pues ya
está; se acabó el sueño olímpico y si hay que elegir entre el inglés de la
alcaldesa de Madrid y los negocios firmados unos días antes entre Japón y
Kuwait como la razón del fracaso, digo yo que debe pesar más lo segundo que lo
primero; pero ya da igual, el sueño se convirtió en pesadilla y la pesadilla
nos ha dejado a todos un poco agotados de forma que habrá que volver a
Bárcenas, a los EREs de Andalucía, a los soberanismos de Mas que parecen que
van menguando, a las facturas de UGT que parece que van en aumento pese a los
incendios, a los préstamos del Rey a su hija, al apoyo de Rajoy -y diez países
más- a no se sabe exactamente qué, que
pidió Obama, a las más que creíbles operaciones/conspiraciones internas del PP
en Valencia, a las ansias recaudatorias de Montoro que quiere cobrar incluso a
los pensionistas que emigraron a Alemania hace años, a Rubalcaba, ese hombre
desubicado por mas que se empeñen en decirnos que no, a la nueva presidenta de
Andalucía que se declara heredera de ZP (que también son ganas porque no se
sabe si realmente se lo cree o es por fastidiar al desubicado), a ese nuevo
verso suelto que le ha salido al PP llamado Arantza Quiroga y que dice aun lo
que piensa y piensa lo que dice, lo cual la puede laminar o subir a los altares,
a Esperanza Aguirre que lleva ya tiempo siendo más prosa suelta que verso en el
seno de Génova y quiere "remover el partido", a la ida con vuelta de Chacón, a
la corrección para bien de algunos datos económicos, al juego de los espías en
Cataluña... y que cada cual añada a esta lista los temas de su preferencia.
Volveremos a todo
eso porque al final la vida cotidiana es un círculo vicioso que se rompe muy de
vez en cuando expulsando temas e incorporando a otros. Aun nos quedan unos días
de JJOO y resulta curioso que en la mayoría de los medios de comunicación haya siempre
una columna o una colaboración que se titula algo así como "Las verdaderas
razones del fracaso de Madrid". No coinciden unas con otras, claro, pero a eso
ya estamos acostumbrados: sobre "la verdad de lo ocurrido el 23-F" se han
escrito decenas de libros la mitad de las veces contradictorios y lo único
cierto es que aun no sabemos -quizás nunca lo lleguemos a saber- quién estuvo
verdaderamente detrás de aquella bochornosa historia además de los militares
implicados.
Pero eso ya es
pasado como será pasado el fracaso de Buenos Aires. Ahora toca volver a lo de
siempre: especular con la verdad, vender periódicos, pagar un precio moralmente
insólito a cambio de una exclusiva dudosa y que el Gobierno y la oposición
sigan en su papel aunque ninguno de los dos esté del todo convencido: ni Rajoy
se siente todo lo fuerte que realmente es -hablo de mayorías contables- lastrado por sus problemas internos y por sus
errores reconocidos,
ni Rubalcaba sabe muy bien,
aunque intente parecer un tipo serio, donde está el final de su futuro.