viernes 06 de septiembre de 2013, 12:03h
Los ciudadanos catalanes tienen derecho a una Generalitat que no
pretenda tomarles el pelo. Aunque los votos nacionalistas en Cataluña en las
últimas elecciones generales representen sólo el 47'71 % del electorado Artur
Mas debería gobernar para todos y no andar presupuestando referéndums que
interesan a menos de la mitad de los catalanes y al mismo tiempo admitir no
poder hacer esa consulta si Rajoy no da su visto bueno.
Pero todavía se puede tirar más dinero en farfollas patrióticas; el 11
de septiembre la Generalitat se va a gastar cientos de miles de euros en actos
institucionales para celebrar la Diada, en subvenciones a las organizaciones
privadas independentistas o en movilizar a más de 2.000 policías para cuidar de
una cadena humana uniformada para la ocasión con camisetas amarillas que
acabarán pagando, como los carteles, todos los contribuyentes sin que los
medios se hagan eco de sus voces cuando alguno diga "l'Assemblea Nacional
Catalana ens roba".
¿Conviene recordar cuál es el contexto en el que se mueve la
Generalitat para tirar el dinero en escenificaciones de incondicional adhesión
a la patria más propias de Corea del Norte? En educación el número de
estudiantes ha aumentado, pero el gasto de la Generalitat se ha reducido un 17
%; más de 4.000 profesores se han quedado en la calle entre colegios,
institutos y universidades. De invertir 4.190 euros por alumno en el 2010 se ha
bajado a 3.370 euros. Las matrículas universitarias son hasta un 67 % más
caras, restringiendo el acceso a la educación superior... Y en sanidad la
Generalitat ha recortado 1.119 millones de euros, un 11% del presupuesto. Se
han cerrado centros de urgencias nocturnas, plantas y quirófanos en los
hospitales públicos, y se plantea un nuevo ajuste del 7% o el 10% del gasto,
acompañado de la reducción de sueldos a los profesionales sanitarios y el
aumento de horas de trabajo.
Pero hay tiempo y dinero para 400 kilómetros de cadena humana, a un
metro, tarín barín, por persona sin sostener los brazos muy abiertos para no cansar
al personal. Con 400.000 nacionalistas lo hacemos. La organización cuenta ya
con 270.000 inscritos y 30.000 voluntarios, y aspira, dice, a llegar al millón
de eslabones.
Si consideramos que los votos nacionalistas en las últimas autonómicas
fueron grosso modo unos dos millones, y que el miércoles los niños, aunque no
voten aún podrán acudir bien adoctrinados a "fer patria" podemos adelantar que
la cosa será un éxito, y la cadena tendrá el honor de ser inscrita en el Libro
Guiness de los Records junto con otros fenómenos señeros de la misma índole: la
conga más larga del mundo, la mayor cantidad de perros saltando a la misma
cuerda en un circo japonés o el mayor número de personas dentro de un
calzoncillo, por ejemplo; 286 ingleses en el Reino Unido hace cuatro días. No
es extraña la negativa de Artur Mas a ser un eslabón más en esa payasada, ya
sea sólo por dignidad institucional, aunque se ha comprometido a recibir con
pitos, cámaras y fanfarrias a los organizadores para sacar provecho electoral
de la carísima astracanada. CIU prodest?
Parafraseando a
Georges Clemenceau cuando dijo "La guerra es un asunto demasiado serio para
dejarla en manos de los militares", habría que añadir un corolario: "La
independencia es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los
nacionalistas".