A
Mariano Rajoy, como al empresario del cuento, le crecen los díscolos. Bien es
verdad que aún lo hacen con sordina, pero cada vez más voces critican -
off the
record, naturalmente- las acciones -y sobre todo omisiones- del presidente del
Gobierno y del PP, del que dicen que actúa con absoluto complejo.
Como
contaba Diariocrítico el miércoles, varios dirigentes populares salieron con
mal sabor de boca de la reunión del último Comité Nacional -primero tras el
periodo estival- en el que Rajoy, sin hacer ni una sola alusión a la grave
crisis creada por las declaraciones de Luis Bárcenas, de Páez o de sus acólitos,
pidió otro 'cheque
en blanco' para su política; un cierre de filas total, absoluto, sin fisuras... y sin preguntas.
"Rajoy
vino a decir algo así como que España soy yo, y la solución a sus problemas también", dice un dirigente popular parafraseando
a
Luis XIV -"L'État, c'est moi"-. Y sienta peor esta posición entre los
críticos al tándem
Rajoy-SSdeS (Sáenz de Santamaría) cuando los datos económicos
no acompañan al 'triunfalismo' del Gobierno y de los '
marianistas' y no
justifican, desde luego, los gravísimos recortes que se han producido. Parece
que ahora sí; que ahora la contestación interna y externa tienen un punto
común.