miércoles 28 de agosto de 2013, 19:08h
Se acabaron
las vacaciones del 2013 y los políticos están de vuelta. Todos no.
Griñán ha regresado para marcharse en horas veinticuatro. Se iba
por lo que se iba y finalmente se ha ido por aquello por lo que se
iba y por el asuntillo de los ERES fraudulentos. Se va pero se queda,
en el partido y en el refugio trinitario de Ferraz. Así de bien se
ha explicado, para que todos quedemos enterados. Griñán no quiere
que la Junta se vea afectada por la escandalera de sus compañeros
engolfados y de esta forma confunde la institución que presidía con
su propia persona, un espejismo que ya padecieron otros mandatarios
acorralados. Mal asunto. Griñán lo deja y de paso jubila a toda una
generación de dirigentes socialistas, sufridores en la
clandestinidad, que se conoció y maduró en las merendolas playeras
a la sombra de los pinos. Rafa Escuredo, Pepote de la Borbolla,
Manuel Chaves y el propio Griñán han pasado ya a la historia de
Andalucía. Llega la renovación a la república de su casa andaluza
y allí se reúnen ya, a la fresca del patio común, las nuevas
gentes encargadas de asegurar la supervivencia. Demasiada tela por
cortar y muchísima ropa colgada en la azotea.
Por la
Moncloa se vuelve a ver la figura espigada del Presidente. No parece
que haya tomado el sol, en realidad es como si no hubiera abandonado
nunca el palacete. Tiene sobre la mesa los mismos asuntos de siempre,
que abordará con el sosiego de siempre. Ni si quiera afrontará los
cambios, en el partido y en el gobierno, que le piden sus consejeros
más fiables. Esperará, como es habitual en él, que el tiempo y la
distancia resuelvan algo de lo mucho que espera una rúbrica suya en
el Boletín Oficial del Estado. Rajoy acaba de abrir las maletas y ya
le tienen preparado un nuevo equipaje, el que utilizará en el
periplo internacional que le tendrá ocupado los próximos meses. Los
presidentes suelen utilizar el segundo mandato para viajar por el
mundo y aplicarse en la política exterior, Rajoy ha decidido
anticiparse por si le fueran mal dadas cuando tenga que someterse de
nuevo al voto de la ciudadanía.
Libros
viejos para un curso nuevo, así debe pensar Alfredo Pérez
Rubalcaba. Mal comienzo. El dirigente socialista empieza septiembre
en el mismo punto donde lo dejo en julio: Credibilidad bajo mínimos,
maniobras subterráneas para retirarlo anticipadamente, baronías
insufribles y la presión abrumadora de una herencia que no le deja
respirar. Siempre le quedara Bárcenas, más Bárcenas por favor, los
recortes desmedidos e insolidarios de los ministros populares, el
desgaste inevitable del Gobierno y su propio instinto político.
Mucho o poco, todo depende del ojeador que analice la situación.
Por el Palau
de la Generalitat debe de andar también el presidente comparsa Artur
Más, repasándose el manual de urbanidad independentista que le
habrá remitido Esquerra Republicana. Ya ha cumplido con el primero
de los mandatos, prolongando un año más la agonía presupuestaría
de Cataluña. Ahora organiza la sardana secesionista que circundará
Barcelona el día once. Una magnífica oportunidad festiva que
aprovecharan muchos turistas para llevarse un bonito recuerdo
fotográfico de la Ciudad Condal. Esta crónica del rencuentro con la
rutina no podía cerrarse sin una cita al Presidente de Madrid
Ignacio González. El privatizador, contra viento y mareas
populares, de la sanidad pública madrileña, acaba de proponer la
construcción de un segundo aeropuerto en su Comunidad. Lo dicho:
!Volver a empezar!