Pregunta.- ¿Cómo termina aceptando Blanca Calvo la propuesta de José
María Barreda para dirigir la Consejería de Cultura?
Respuesta.- Me costó. Fue tomar la decisión en
poco tiempo. Tuve un par de días para decidirme.
Creo que
ahora no lo volvería hacer. Aquello fue demasiado costoso a nivel personal.
Aunque no soy de esas personas que se arrepienten del pasado.
Era una
dedicación muy diferente a la de la Alcaldía donde éramos solos ante el
peligro, formabas parte de un equipo en el que, a lo mejor, en otras carteras
se hacían cosas con las que no estabas de acuerdo.
Tuve la
suerte de conocer a Frey Beto al que se le entregó el Premio Abogados de
Atocha. Decía que a él lo que más le había costado es que, formando parte de un
gobierno, no lo podías criticar. A mí me pasaba lo mismo. Aunque Barreda me
hubiera pedido la continuidad, no hubiera seguido, que no me lo pidió.
P.- ¿Por qué dice que fue tan costoso?
R.- Se hacen muchas cosas artificiales e
innecesarias en las que gastas mucho tiempo. Por ejemplo, me negué a poner
primeras piedras o a dar discursitos. Si la cabeza anda por ahí todo el día en
las carreteras, el equipo se resiente.
Tenía la
desagradable sensación de que no llegaba a cerrar nada. Teníamos 100 millones
de presupuesto y no llegábamos a cumplir los objetivos. Había museos cerrados
en la región y cuando asistía a algunos actos organizados por Caja Castilla-La
Mancha o por la Fundación Quijote me quedaba alucinada porque pensaba en lo
mucho que habrían costado y que la Consejería nunca se habría podido permitir.
Eran flor de un día.
Esa
sensación de inutilidad se palió al final cuando al hacer un informe para mi
sustituta me di cuenta de que sí que había cundido bastante. Tengo que buscar
ese documento para congraciarme con aquel tiempo.
Se cerró la
Red de Parques Arqueológicos o la Linterna Mágica, se desatascó la Fundación
Saura, se paró la Vega Baja... Dejamos buen recuerdo en los funcionarios, eso me
gusta.
P.- Pero se hablaba de su 'no buena' relación con el que fue jefe de
servicio de Bibliotecas, Juan Sánchez, que es el actual director de la
Biblioteca Regional ubicada en el Alcázar de Toledo.
R.- A Juan le conozco desde hace muchos años porque
fue Jefe de Gabinete de Barreda y jefe de servicio durante muchos años. Creo
que trabaja por las bibliotecas y en eso coincidimos porque nos parece un
servicio fundamental en la sociedad pero disiento de los métodos.
Hay cosas
que ha hecho Juan como que la Biblioteca de Toledo sea una sección de la
biblioteca regional que no me parecen bien. O el que rompiera un poco con la
continuidad del plan María Moliner para la bibliotecas públicas que eran
también cabecera del sistema provincial y que era algo muy bien pensado.
A mí no me
gustan las figuras de la administración que son de confianza. Deberían serlo
por méritos. Los jefes de servicio son así, de libre designación y cuando
quieres formar equipo y no coincides en filosofía pues tienes derecho a
cambiarlo y así lo hice.
P.- Y desde Guadalajara, desde su biblioteca ¿se ve a la Biblioteca
regional como una referencia?
R.- Son una especie de invento, las bibliotecas
regionales, que hicieron las autonomías y que están muy indefinidas en todos
los casos. Tratan de ser cabecera del sistema regional pero luego no tienen ni
los medios ni las funciones para serlo.
Creo que en
este país con la Biblioteca Nacional como cabecera es suficiente porque recibe
el depósito legal de todos los libros que se editan en España y los cataloga
rápido. Aunque claro, tampoco tiene los medios para hacerlo y por eso hacer una
biblioteca regional de pacotilla en cada Autonomía...Ninguna hace una función acorde
con sus estatutos. Desde Guadalajara es inexistente. No es referencia.
P.- Por cierto, ¿se sigue hablando con Barreda?
R.- Es que tampoco llegamos a hacer una amistad
personal. Creo que somos un poco reservados los dos. Tengo la impresión de que
ambos cuando conseguimos hacer amistad somos muy amigos de la gente pero nos cuesta un poco romper la cáscara. Tengo
su móvil que no sé si sigue siendo el mismo.
Hablamos
una o dos veces cuando salí del Gobierno y no me importaría nada encontrármelo
para que me contara cómo se siente después de haber dejado la Presidencia
porque creo que era un hombre con gran sentido del deber. Al ser profesor de
Historia Contemporánea se veía un poco con esa misión modernizadora de los
ilustrados del siglo XVIII o XIX.
Me acuerdo
de una reflexión que hizo sobre hasta qué punto tiene uno que cambiar para
cambiar un territorio. El sentía la necesidad de avanzar social e
ideológicamente ese territorio.
Pero ¿hasta
qué punto es lícito cambiar para que te sigan votando si ese cambio tuyo
comporta que no hagas ya el cambio social que querías? Es un hombre que pensaba
mucho las cosas, supongo que ha tenido muchas equivocaciones, también aciertos.
En el fondo le veo la honradez y las ganas de modernizar y hacer competitiva la
región a nivel europeo, sobre todo en el ámbito social.
P.- ¿Y su opinión sobre Cospedal?
R.- No buena, la verdad, por no decir mala. Hay una
cosa que no le perdono a Cospedal y es aquel cartel en el que se presentaba con
una sonrisa fría, porque sonríe con la boca pero no con los ojos, y con un letrero
que decía "¿Buscas trabajo?". No se lo perdono. Ese mensaje estaba destinado a
la personas con dificultades en su empresa o sin trabajo y poniéndose ella como
remedio.
Creo que el
final de esa frase sería "Pues agárrate a él o búscalo bien porque cuando yo
sea presidenta lo vas a tener que buscar más todavía".
Creo que ha
engañado a la gente y que tiene un lenguaje malvado porque dice lo contrario de
lo que hace. Ella y su gobierno.
Cuando saca
una ley de no sé qué social y es para echar a todos los interinos, para
privatizar los servicios fundamentales y todo con eufemismos...Eso es el
principal pecado de un político. Puede equivocarse, pero tiene que ser sincero,
aunque pueda moverse en el ámbito de la ambigüedad.
P.- ¿Cómo definiría su política cultural?
R.- Creo que no cree en ella. Por lo menos la
persona que tiene en su cartera es alguien que... A mí me gusta mucho hacer un
test. Cuando se nombra a alguien, y como estamos en red, me gusta mirar si es
socio o no de la biblioteca de su pueblo y el consejero de Educación y Cultura
no es socio de ninguna.
Por lo que
sé de él, que no tengo el gusto de conocerle personalmente, y porque por sus
actos le conoceréis, no cree en la cultura pública ni en las bibliotecas
públicas. Da la impresión de que le importa un bledo.
No ha
estado en el Maratón de Cuentos ni se ha interesado por las actividades de la
biblioteca de Guadalajara.
P.- Y con la perspectiva que le permite el tiempo... ¿cómo ve el estado
de salud de la política en general?
R.- Estamos pasando unos momentos bajos pero no
quiero dejarme llevar por el catastrofismo, hay que ver la final del túnel.
Esta situación no es para siempre. Los gobiernos de izquierdas administran
mejor lo público que los de derechas. Ahora estamos es un momento de
hundimiento de la izquierda con poca capacidad de recuperación pero de las
crisis salen las soluciones.
Me gustaría
ser alumna de José Luis Sampedro que siempre veía solución en las cosas. Él
siempre decía que el sistema capitalista está dando sus últimas boqueadas y que
algo tiene que surgir que lo sustituya y probablemente es así.
Lo malo de
las personas es que no tenemos perspectivas para comparar, le damos demasiada
importancia a "el momento". Estamos como en un letargo. Algo se está formando
que no vemos. El 'bulle bulle' del 15-M o el movimiento anti-desahucios están
ahí.
P.- ¿Pero usted sigue militando en algún partido?
R.- No, en ningún partido. Seguramente ahora que
tenga más tiempo libre, me meteré en estos movimientos sociales. Los partidos
políticos ya no me atraen. La disciplina de partido va en contra de mi
tendencia natural del anarquismo. Como decía Saramago, cuanto más años, más
radical. Me pasa lo mismo, me voy haciendo más rebelde.
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