miércoles 21 de agosto de 2013, 16:34h
Dice un informe del Consejo Económico y Social (CES) que en 2012 ha
descendido la esperanza de vida de los españoles. Es la primera vez que
ocurre en un dato que mide parámetros de igualdad, prestaciones
sociales... etc y cuyo aumento exponencial nos colocaba en la lista de
países donde merecía la pena vivir.
A la preocupación por el futuro de las nuevas generaciones, a
quienes se les va a dejar una deuda pública y privada impagable,
vidriosas condiciones laborales y unos servicios públicos
deteriorados, se suma ahora que, incluso, van a vivir menos que sus
padres.
No es difícil adivinar que, de seguir instalados en la crisis
económica, aumentando el número de parados e instalados en el recorte
permanente de bienes básicos como la Educación o la Sanidad, la vida de
los españoles irá perdiendo meses.
El desgraciado accidente de la Delegada del Gobierno en Madrid ha
llevado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al hospital de La
Paz. Tras visitarla, dijo a los periodistas que "estaba en buenas
manos". ¿Acaso la mano derecha de Rajoy ignora lo que está pasando con
la sanidad pública madrileña? ¿No sabe que, además de las
privatizaciones, los grandes hospitales universitarios han perdido
interinos, se ha dictado la jubilación forzosa de prestigiosos jefes de
servicio y se han disparado las listas de espera?. Según su compañero de
filas, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, en
buenas manos estaría en uno privado, bien gestionado y con médicos con
contrato laboral.
La educación, la denostada enseñanza pública, está sirviendo este
verano, además, para que niños con desnutrición reciban una comida
completa al día. Muchas de sus aulas han permanecido abiertas, bajo la
excusa de cursos de recuperación, para ayudar a familias que no tiene ni
para comer. ¿Cómo no va a descender la esperanza de vida en esas
condiciones?
El problema no es el dato coyuntural. Lo grave de la situación es
avizorar en qué condiciones de desigualdad social va a salir este país
de la recesión. De momento la fractura social, la mayor desde la
posguerra, se ha producido a una velocidad vertiginosa. Los pilares del
estado del bienestar han recibido tal castigo que va a costar
recuperarlos si es que alguna vez se logra. La sanidad pública, esa
medicina puntera, universal, admirada en Europa y modelo para la
administración americana, ha perdido además su capacidad de investigar.
Los científicos, que volvieron pensando que su país salía del "que
inventen ellos", se marchan y se llevan con ellos a los jóvenes formados
con dinero público que no encuentran salida.
Este país está inmerso en una tormenta perfecta mientras Gobierno y oposición siguen sin darse cuenta.