miércoles 14 de agosto de 2013, 16:20h
Si lo que ha pretendido el Gobierno del PP
con su torpe manejo del último rifirrafe con Gibraltar ha sido tender
una cortina de humo sobre las gravísimas sospechas de corrupción que le
afectan, no lo ha conseguido, pero si su propósito era galvanizar los
ánimos patrióticos señalando un enemigo común, de todos los españoles,
para liderar la acción heroica de darle verbalmente en la cresta,
tampoco. No sin cierta perplejidad, el Partido Popular y sus anexos
comprueban que lo que los españoles perciben como su mayor enemigo no es
el Peñón, ni su primo cachas, sino la pobreza, el desamparo
institucional, la injusticia, la destrucción de los bienes públicos y
todo cuanto va resultando de la desatentada política del Gobierno del PP
precisamente.
Aunque se intenta presentar el litigio sobre Gibraltar en términos
de chantaje patriótico, esto es, que aquel que aplique la racionalidad,
la equidad, la mesura y el realismo al asunto es un mal español, un
traidor a la patria, los resultados de semejante pretensión, un clásico
de la derecha, están siendo escasos. Es muy posible que una mayoría de
españoles desee la integración política de La Roca en España, pero
también lo es que a condición de que, con ella, al resto de la nación se
le contagiara el bienestar de sus habitantes y el disfrute pleno de los
derechos civiles que hoy, en España, están tan amenazados, desde el de
reunión y manifestación hasta el del, también inviolable en una
democracia, uso y disfrute de la propiedad. Los ahorradores estafados
por el Estado con el tocomocho de los híbridos que ayer recibieron a
Cospedal en la Audiencia, bien que con la insólita compaña antagónica de
algunos muchachos del PP, se volverían mucho más patrióticos si esa
patria patrimonializada por la derecha les devolviera lo que les ha
sustraído.
¿Y qué decir de los millones de parados, de los discapacitados sin
atención ni recursos, de los estudiantes asfixiados por las tasas, de
los exiliados económicos, de los niños malnutridos, de las familias en
trance de perder su hogar y de las que ya lo han perdido, de los
científicos, artistas e intelectuales reducidos a la miseria, de los
enfermos varados en listas de espera interminables, de todos cuantos
sufren, en fin, esa equivocada, posesiva y cruel manera de entender la
patria?