martes 13 de agosto de 2013, 16:13h
Los del laboratorio de grandes ideas no
descansan aunque estén en la playa, en ese colectivo podemos incluir a
prebostes de la patronal, a la directora gerente del FMI, al comisario
Oli Rehn, y también a nuestros gobernantes empezando por los ministros
de vacaciones, (no deja de ser curioso que prediquen las dificultades
por las que pasa nuestra economía pero eso no les impida cogerse unos
días de sol y hamaca).
Según un barómetro europeo el 57 por ciento de los españoles no
tendrá este año vacaciones, ahora bien si la muestra hubiera sido tomada
entre políticos entonces el cien por cien "cogería unos días de
descanso", que es la fórmula cortesana para decir que el señorito no
está en el ministerio aunque lo disimulen concediendo una entrevista a
pie de chiringuito pero con fotos de archivo hechas en Madrid un día de
lluvia. Tendría mucho éxito organizar un safari fotográfico por la
capital del reino a ver quién encuentra a un ministro tomando café en
una terraza. Nada, estaría todo vacío. Hasta que Rajoy no vuelva de la
casa rural y deje de trotar por el bosque la consigna es: huyamos de
aquí antes de que nos encuentren.
La ausencia del despacho no significa que relajen sus ideas
brillantes. La señora Lagarde, la misma que quiere rebajarle la nómina
un diez por ciento, andará de picos pardos porque para eso se ha subido
el suyo. Y tres cuartos de lo mismo el comisario Rehn que para darle
publicidad a su blog, que es un rollo literario de primera magnitud, se
permite el lujo de cuestionar nuestros empleos. A esta extraña pareja
habría que buscarla entre los yates de la Costa Azul, nos los podemos
imaginar rompiéndose la cabeza por la humanidad con un bloody mary en la
mano mientras cae la tarde tras las montañas.
Nuestros ministros también tienen bien aprendidos sus discursos y
si se les pregunta están todos "trabajando" por el bien común y
conectados con sus despachos a través del becario que han dejado de
guardia y que les abre las cartas. Visto de esa manera no tenemos
motivos para el pánico y nos dirigimos seguros hacia la recuperación
económica y hacia la regeneración moral que tanta falta hace. Ser
ministro en agosto es un chollo salvo que seas Margallo, al que se le ha
revolucionado la Royal Navy, pero tampoco debe ser para tanto porque ha
seguido la crisis desde su lugar de vacaciones en Mallorca. Si Margallo
hubiera vuelto a Madrid a fotografiarse entre planos, asesores y
almirantes, habría sido otra cosa.
Ellos tienen vacaciones, también aumentos de sueldo, dan consejos
que no se aplican y se les llena la boca de austeridades. Pero luego se
bañan en alta mar y disfrutan como niños jugando a ser nuestros
estadistas al sol.