El inocente y osado Gallardón
domingo 28 de julio de 2013, 20:24h
Un café con hielo y una manzanilla en una de las terrazas con micro
clima de Rosales permiten que uno de los políticos que mejor conoce al
actual y polémico ministro de Justicia le defina así: " Alberto, que es
amigo, es mucho más inocente en su comportamiento político de lo que la
gente cree; lo que ocurre es que al mismo tiempo es muy osado, y esa
mezcla en nuestro país no es muy recomendable".
Hablamos de Alberto Ruiz Gallardón como una parte más de la situación
política española en general y del gobierno y el partido que le respalda
en forma de mayoría absoluta en particular. El ministro dice que tras
su paso por el gobierno de Mariano Rajoy abandonará la política para
dedicarse al ejercicio de la abogacía ( no le veo como fiscal de
carrera, que lo es ), pero como no es la primera vez que lo dice apenas
es creíble. Tiene la política en su ADN como hijo de aquel abogado que
se enfrentó a Franco desde el interior del Régimen y compartió cárcel
con Ramón Tamames y Enrique Múgica mientras le pasaba mensajes del conde
de Barcelona al socialismo del exilio mejicano a través de Antonio
García López.
Ha sido alcalde de la capital del Reino, presidente autonómico y ahora
ministro. Sólo le falta para cumplir con sus ambiciones siempre
declaradas ser primer ministro de Juan Carlos de Borbon, de quien se
dice que convenció a Mariano Rajoy para que le pusiera en Justicia y no
en Defensa, que era su inicial destino tras la victoria del PP, para que
el bien relacionado y aristócrata Pedro Morenés volviera al
Ministerio que ya habitó con Eduardo Serra.
Conocidas sus relaciones de "amor y odio políticos" a partes iguales
con Esperanza Aguirre, en el Partido Popular le ocurre algo parecido. Se
le quiere, se le teme, se le ataca y se le defiende con la misma
pasión, como quedó bien demostrado en el Congreso de Valencia si
tenemos en cuenta la fuerza y el tema de los aplausos con que los
militantes presentes acogieron a cada uno de los líderes, incluidos José
María Aznar y Rodrigo Rato. Hoy está más cerca de la vicepresidenta que
de la secretaria general del PP y en la Villa y Corte gustan de
colocarle como posible vicepresidente del Ejecutivo en caso de que
Mariano Rajoy tirara la toalla y Soraya Sáenz de Santamaría asumiera la
dirección del gobierno, algo que produce escalofríos en el seno de la
derecha española y una posibilidad a la que la propia Dolores de
Cospedal se encargó de dinamitar el 24 de este mes de julio cuando, ante
un grupo de periodistas en Toledo, afirmó con iguales dosis de
claridad y dureza que si alguien en el partido o en el gobierno creía
que podía " salvarse" yendo por libre y no dando la cara, estaba muy
equivocado: " si caemos, caemos todos y no se salva nadie".
Capaz de construir un discurso de estado con la misma facilidad que su
abuelo, el "Tebib Arrumi" construía sus crónicas de la Guerra Civil
desde el cuartel general del Generalísimo, brillante como
parlamentario, duro a la hora e dirigir equipos y más preocupado por la
necesidad de hacer que por los costes de las obras que emprende, creo
que Ruiz Gallardón ha sido y será recordado como un gran alcalde e
Madrid, capaz de cambiar su fisonomía con el enterramiento de la M-30, y
capaz en su etapa como presidente de la Comunidad de derrotar por dos
veces al socialismo madrileño tras una durísima moción de censura a
Joaquin Leguina, y dejarle a su sucesora la mejor de las plataformas
para que el PP lleve camino de gobernar la autonomía más dinámica de
España durante veinte años. También es verdad que con el oscuro episodio
de las dos " huidos" del PSOE por medio en 2003 que le privó a Rafael
Simancas recuperar con ayuda de IU el gobierno regional,para la
izquierda.
Si durante muchos años se convirtió en el " verso suelto" del centro
derecha español por su facilidad para negociar con la izquierda y con
los sindicatos en las condiciones más difíciles, no una imagen mucho
más abierta y progresista que el resto de lidera del PP, ahora le ha
ocurrido lo contrario y como ministro de Justicia ha concitado las iras
de casi todo el mundo con sus reformas y sus propuestas legislativas.
Casi al despedirnos hace unas semanas tras una comida a tres, invitados
por un amigo común, le hice ver el enorme vaivén que se había producido
en su percepción pública. Su contestación fue doble y con un punto de
misterio: " queda tiempo para muchas cosas y yo antes me debía a casi
dos millones de votantes, ahora me debo sólo a un voto, al de quien me
ha puesto donde estoy que es Mariano Rajoy. Me debo a él y a lo que me
ha encomendado que haga".