La verdad sobre Pepe II, El Manisero
domingo 28 de julio de 2013, 12:44h
Acabáramos. Ya no lo ocultan. Saben que lo peor está por
llegar y solo quieren quitarse de en medio cuanto antes a esa Agustina de
Aragón o Mariana Pineda que, de nombre Mercedes y apellido
Alaya, ocupa el despacho del Juzgado
número 6 de Sevilla. El encargado de hacerlo público no ha podido ser otro que
el tonto útil de Mario Jiménez, que no es sino el clónico masculino de
Susana Díaz, colocado digitalmente en el cargo de vicesecretario general del
PSOE andaluz por su majestad Pepe II El Manisero, (el primer Pepe fue Rodríguez de la Borbolla). El número dos del PSOE
andaluz, Mario Jiménez, ha vuelto a abrir la boca para pedir que el caso
de los ERE fraudulentos se eleve al Tribunal Supremo "como única vía para
que haya justicia" porque en la instrucción se está haciendo "un
juicio político". Genial. ¿Y por qué no añade que esa es la única fórmula
para evitar que su jefe de filas acabe imputado? Yo creo que los andaluces
tienen (tenemos) derecho a saber lo que opina sobre la trama de los EREs el
partido que nos gobierna. El caso es que el "bocazas" de Jiménez es el único
que, gracias a su verborrea sectaria, nos da pistas fiables sobre lo que se
comenta en las reuniones del Comité Ejecutivo del PSOE-A.
Al hilo de este comentario me gustaría saber también cuáles
son las verdaderas intenciones que han movido a Griñán para hacer lo que ha
hecho en los últimos dos años. Dejando a un lado sus razones de carácter "personal"
a las que suele aludir, no se entienden muchas de las decisiones que ha
adoptado desde que heredó el puesto de presidente de la Junta de manos de su ex
amigo Manuel Chaves. La primera jugada ininteligible se produjo nueve meses
después de ocupar el cargo. Forzó la celebración de un Congreso Extraordinario
del PSOE andaluz para arrebatarle la secretaría general a su padrino y "limpiar"
el partido de toda la vieja guardia de colegas (Zarrías, Pizarro) que le habían
aupado a presidir la Junta. Y en su lugar colocó a una serie de individuos de
escasa preparación y pobre curriculum
cuyo único mérito era el haber vivido de y por el partido desde los 15 años.
Entre ellos estaban, cómo no, Susana Díaz, Rafael Velasco, Mario Jiménez o José
Luis Sánchez Teruel, quienes fueron tildados inmediatamente de
"Griña-ni-nis"
dada su presunta incapacidad. Esta "traición" a los suyos fue revestida
por
Griñán con el manto de la "renovación" para encubrir su decisión de
rodearse de
un "aparato" en el que nadie le hiciera la mínima sombra. Objetivo
conseguido con el consentimiento táacito y casi unánime de un partido
que atravesaba sus peores momentos en Andalucía.
Apartado Chaves y los históricos de su camino y controlada
la nueva Ejecutiva, seguidamente Griñán se puso como objetivo el desalojar a
Alfredo Pérez Rubalcaba de la secretaría general del partido. Pero no tenía
prisa y si algo tiene Griñan es paciencia. En Sevilla apoyó la candidatura de
Carmen Chacón y aunque no logró sus propósitos, si consiguió hacerse con la
presidencia federal del PSOE para poder seguir trabajándose desde dentro su acoso a
Rubalcaba a quien desobedeció al agotar la legislatura andaluza y no convocar
elecciones junto a las generales, como quería Ferraz. La jugada volvió a salirle bien al conseguir
la Presidencia de la Junta gracias al pacto con IULV-CA, pese a perder los
comicios frente a su mortal enemigo, Javier Arenas.
Su único obstáculo era poder controlar a la juez que desde
que él llegó a la Presidencia de la Junta, instruía el Caso de los EREs. Trató
de hacerlo primero fichando como consejero de Justicia a un reconocido y
prestigioso fiscal. Emilio de Llera y después presionando al TSJA, al Consejo
General del Poder Judicial y al Tribunal Supremo para que apartaran a la juez
Mercedes Alaya de la causa. Es ahí donde únicamente no ha logrado sus objetivos
y solo así se entiende lo ocurrido en los últimos meses que le ha convertido en
Pepe II El Manisero. En junio anunció que no volvería a presentarse como candidato
socialista a la Presidencia de la Junta. Un mes después convocaba unas
primarias urgentes y teledirigidas para que el PSOE nombrara a su heredera,
Susana Díaz. Y pocos días después hacía pública su dimisión como
presidente a
finales de agosto.Su frustración es no haber logrado que los andaluces
le reconocieran su valía y que, al final, quedara como el único
presidente socialista que no consiguió ganar unas elecciones y el
primero en tener que dimitir por ser imputado en el mayor escándalo de
corrupción política de la historia de la democracia.
¿Cuáles ha sido las razones para estas prisas por abandonar
cuando no lleva ni la mitad de la Legislatura para la que fue elegido?
Parece
claro que, digan lo que digan Griñán y toda su cohorte de aduladores la
que ha echado a Pepe Griñán de la Junta no ha sido otra que la juez
Mercedes Alaya. Ni los andaluces ni la oposición han sido capaces de
lograr lo que la magistrada del Juzgado número 6 de Sevilla. Ya veremos
si, al final no lo paga demasiado caro.
Como el manisero de Antonio Machín, Pepe II se va y nos deja un Ejecutivo en manos de Susana I La Aparatosa (por
aquello de que domina el aparato, del partido, claro, a la perfección)
en el que ya le ha dimitido también el único consejero de Griñán que
tenía prestigio y valía, el de Agricultura, Luis Planas, el
último de los cadáveres de amigos y compañeros de partido que Griñán ha
dejado en la cuneta en su desgraciada y triste última aventura política.
Alguien debería pedirle cuentas de tanta desafección.