viernes 26 de julio de 2013, 17:04h
Está claro que el Gobierno no quiere
apuntarse al "verdebrotismo" del que hacía gala sin ninguna razón el
anterior. Hace bien. Es cierto que muchas variables de la economía
española empiezan a ofrecer síntomas claros de que las cosas están
cambiando, pero es poca toda prudencia cuando muchos ciudadanos lo está
pasando mal, no tienen trabajo y pocas expectativas de encontrarlo en el
corto plazo. En todo caso y a pesar de que las cifras no suelen
coincidir en momentos duros con los sentimientos de la gente, no se
pueden negar algunas cosas buenas que empiezan a pasar.
La primera y más importante es sin duda la EPA del segundo
trimestre que conocimos el jueves. Un día teñido de luto en España, pero
que dejó unas cifras buenas sin paliativos. Podemos achacarle toda la
estacionalidad que se quiera y no nos equivocamos, pero también presenta
otros rasgos para la esperanza. Por ejemplo, los datos que ofrece la
Comunidad de Madrid, la primera por delante de Baleares y Andalucía en
reducción del desempleo. También han bajado el número de familias que
tienen a todos sus miembros en paro, por más que siga siendo inasumible.
Pero es que además, las exportaciones están funcionando muy bien,
el turismo está que se sale, los depósitos bancarios han aumentado, las
empresas empiezan a dar beneficios y algunas como Telefónica rematan
operaciones muy interesantes fuera de España. No se puede olvidar
tampoco que hace un año la prima de riesgo era de más del doble y el
IBEX de la bolsa española estaba casi 3.000 puntos por debajo de lo que
marca ahora. Esto significa confianza y es el primer paso para dejar de
escarbar por el fondo del pozo. Falta mucho, sí, probablemente, pero
tampoco hay que minimizar lo que empieza a funcionar que cada vez son
más cosas.