viernes 26 de julio de 2013, 10:00h
Fue en diciembre de 2003. Se reunía en la sala Mariana
Pineda del Congreso la Comisión de secretos oficiales. Presidida por Luisa
Fernanda Rudi, los portavoces escuchábamos el rosario de excusas del ministro
de Defensa, Federico Trillo, sobre la muerte de siete agentes del CNI en Irak.
Junto a él estaba el director del centro, Jorge Dezcallar, diplomático y descendiente
del almirante Mazarredo. Cuando me tocó intervenir le interpelé en relación a
varias cuestiones y, al final,
y mirándole fijamente le hice una "inocente" pregunta: "¿Espía el
Centro Nacional de Inteligencia a partidos democráticos y a dirigentes de esos
partidos democráticos?". Carraspeó y, poniéndose muy digno, me contestó: "Vivimos
en un estado de derecho y los partidos democráticos no son objeto de
seguimiento informativo. En caso contrario eso sería un delito".
Sin embargo tan solo dos semanas después, el dirigente catalán
Carod-Rovira era seguido y espiado en Perpiñán. La información aparecería
veinte días después y justo al inicio del primer congreso de Víctimas del
Terrorismo y en plena pre-campaña electoral. ¿Dónde se publicaba aquella
información? En el diario "ABC" dirigido por José Antonio Zarzalejos cuyo
hermano Javier era el secretario general de la Presidencia.
Tras haber
vivido varias experiencias de este tipo hace tiempo saqué una conclusión:
nunca te dirán la verdad. La aproximación a la verdad vendrá
siempre de la mano de una esposa despechada, de un militar rebotado como
Alberto Perote o de un Julián Asange con su
Wikileaks o del arrebato ético de un espía
como Edward Snowden.
LÓPEZ AGUILAR
Estábamos en plena ofensiva aznariana. Fernando López Aguilar, que luego fue ministro de
Justicia con Zapatero y ahora reparte labeles
éticos y democráticos, en un artículo publicado
en El Socialista correspondiente al mes de noviembre de 2002 planteaba la
estrategia que debía seguir el gobierno de Aznar para cortar en
seco lo que llamaban "el Plan lbarretxe".
"Ante algo así los poderes públicos de nuestro Estado democrático
de Derecho, no pueden permanecer impasibles, bien al contrario, deben
reaccionar enérgicamente con planificación, estrategia, pedagogía y acción
política. En otras palabras: frente a un desafío como el que se ha presentado,
no se puede responder con improvisación retórica, telediarios y banderas. Se ha
de diseñar un plan.
Para empezar, es absolutamente imprescindible conocer y prevenir
futuros escenarios conexos a cada uno de los posibles movimientos secesionistas
de las instituciones vascas. El Estado ha de estar informado, con mucha
antelación, de lo que va a ocurrir, para lo que no resultaría en absoluto
inoportuno involucrar, si se hace necesario -y huelga subrayar que en el marco
más estricto de la legalidad-, a los servicios de inteligencia y análisis a
disposición del Gobierno".
Éste es el demócrata
que ante el embajador norteamericano Eduardo Aguirre le dijo que la
investigación judicial que trataba de averiguar la
responsabilidad de los soldados norteamericanos en el asesinato del cámara de
televisión José Couso, no prosperaría. Como
efectivamente no ha prosperado. Y fue él quien apoyó al
secretario de estado Ignacio Astarloa en aquella reforma del código
penal para encarcelar al Lehendakari si a éste se le ocurría
convocar un referéndum. Que no se extrañen
hoy nuestros amigos catalanes lo que les está ocurriendo al tener el ojo del Gran Hermano del CNI encima buscándoles
lunares. La pauta sobre lo que hacer ya la marcó el
propio López Aguilar en 2002.
Y es que el CNI, existe. Acabamos de
saber, tras la comparecencia de Iñaki Urdangarin en la
Ciudad de la Justicia de Barcelona el pasado 16 de julio que el CNI tutelaba la
seguridad del Instituto Noós. "Cada cierto tiempo
los servicios secretos revisaban los teléfonos
y las comunicaciones para garantizar la seguridad del Duque de Palma".
Es decir vigilaban su seguridad para hacer más
eficaz el negocio en marcha. Mortadelo y Filemón no
lo hubieran hecho mejor.
EL GENERAL MANGLANO
Hubo un tiempo en que no dejábamos de
reivindicar que al frente de los servicios secretos españoles no estuviera un militar y que los mismos se
civilizaran. Hoy siguen en manos del general Sanz Roldán de quien
estuve hace dos semanas a dos metros pero quien de repente se escabulló de la
recepción. Estos generales son muy listos y seguramente no quería le hiciera una pregunta impertinente como a Dezcallar,
el único civil que
ha pasado por la famosa Casa.
Un
buen día el general Emilio Alonso Manglano invitó por primera vez a visitar la sede del Cesid a
la comisión de Defensa.
Tuvimos una reunión con aquel militar que había tenido un
papel aseado el 23-F y tras ello
tuvo el encargo de ir eliminando
las tramas golpistas por indicación del ministro de la defensa Alberto Oliart. Fue una
decisión audaz porque
el decreto de creación del Cesid reservaba el cargo a un general y Manglano era teniente
coronel. Se cambió el decreto y santas pascuas.
En la ronda de
preguntas se me ocurrió formularle la
más políticamente incorrecta. "¿Qué sabe usted
del Gal?". Un
espeso silencio se hizo en la sala. Manglano, el hombre que lo sabía todo
de todos, salió como pudo dando una breve explicación no creíble. Al
salir de la sala se me acercó y dijo,
"Cualquier día
de estos me llamas, tomamos un café y te cuento
cosas". Hasta hoy.
El general
Manglano acaba de morir. Tenía 87 años y aquel todopoderoso personaje era ya una sombra
de sí mismo en la residencia del Paseo de La Habana donde ha
fallecido. En las últimas semanas el general tenía
una obsesión y no hablaba de otra cosa: "Mis
papeles, tengo que recuperar mis papeles". En esos papeles, dicen, que había datos y claves para resolver las incógnitas de algunos de los casos anteriores, especialmente el 23-F
y el atentado de Carrero Blanco, pero seguramente aquellas escuchas
aleatorias al rey, el informe Crillón sobre Mario Conde, el montaje del video
contra Pedro J., la creación de los Gal, el
secuestro, asesinato y enterramiento en cal viva de Lasa y Zabala, el asesinato de Santi Brouard, la
muerte en una bañera de Mikel Zabalza, el secuestro y la muerte de un mendigo
cuando experimentaban con él un anestésico, el atentado contra Juan Carlos García Goena.
Todo el período del gobierno socialista.
El 12 de junio
de 1995, a pesar de lo que me dijo Dezcallar, el Mundo
publicaba en portada que "El Cesid lleva más de diez años
espiando y grabando a políticos,
empresarios y periodistas". Ese año,
abandonado por Felipe González tuvo que dimitir
y cuatro años después
se sometió a un juicio amañado
que lo condenó levemente por las llamadas "escuchas ilegales" pero el general, tras varias vicisitudes, logró una resolución
absolutoria.
Su muerte este tórrido mes de julio ha pasado ciertamente desapercibida
y quizás tenga esto su explicación en lo opaco y tenebroso de un mundo que el general
dirigió con mano de hierro durante catorce años. Él si sabía de verdad la historia, la real, de la
transición y de todas las andanzas del rey, así como
las militares y las policiales. Manglano y Sabino Fernández Campo, al parecer,
se han llevado sus secretos a
la tumba.
EDWARD SNOWDEN VIVO O MUERTO
Este mes de julio se ha destapado el caso del experto informático y analista
de la CIA, Edward Snowden, de
29 años, quien ahora
busca asilo desesperadamente por denunciar como el servicio secreto
estadounidense recoge datos a gran escala de usuarios de Internet, Facebook y
Microsoft. "No quiero vivir en una sociedad que hace estas cosas. No
quiero vivir en un mundo donde todo lo que digo y hago queda registrado". La
NSA construyó una
infraestructura que le permite interceptar prácticamente todo y sin orden judicial. ¿Y cómo ha reaccionado el demócrata Obama? Peor
que Bush. A la caza y captura del réprobo y ante eso la reacción europea ha sido vergonzosa. ¿Por qué? Porque
todos hacen lo mismo.
Amnistía Internacional apoya a Snowden. "Los
estados que intentan impedir que una persona revele este tipo de conducta
ilegal están burlando el
derecho internacional. La libertad de expresión es un derecho fundamental. Los intentos de
presionar a los gobiernos para que bloqueen los esfuerzos de Snowden por pedir
asilo son deplorables".
Es lo que hay en este tórrido julio en el que muere el general
Manglano y un analista norteamericano denuncia lo que hace su país a cuenta de
la seguridad, de su seguridad. Entre la ley y el orden, siempre se elige ese falso orden de
unos cuantos.
Como
se ve, nada nuevo bajo el sol.