¿Un enfrentamiento sin perspectivas?
miércoles 24 de julio de 2013, 08:20h
Finalmente
Rajoy ha comprendido que la acción de gobierno es algo más que un
acta notarial. Congratulaciones. Y en tal sentido, hay que discrepar
de ese tono triunfalista de algunos socialistas cuando sostienen que
ha sido la amenaza de la moción de censura lo que ha empujado al
Presidente del Gobierno a solicitar su comparecencia en las Cortes.
Claro que esa amenaza ha contado, pero no sé si más que otros
factores, como por ejemplo la fuerte presión de militantes y
votantes del propio PP. Sin mencionar la de muchos medios de
comunicación.
En
cualquier caso, hay que alegrarse de que se haya producido
afortunadamente una relación virtuosa entre dinámica sociopolítica
y procesamiento institucional, algo que es muy importante respecto de
la gobernabilidad y la estabilidad política. Sin embargo, no creo
que la perspectiva a medio plazo vaya a cambiar mucho. Explicaré
este pesimismo.
Está
claro que las fuerzas políticas llegarán al Congreso el primero de
agosto con los propósitos que ya conocemos. Rajoy busca relativizar
el escándalo Bárcenas en el contexto general de la situación
económica y política española. Y tiene su parte de razón: España
no es el caso Bárcenas. Por su parte, la oposición llega al
plenario con la intención de justificar su petición de dimisión de
Rajoy, mediante un juicio político sólo sobre el caso Bárcenas y
la actitud de omisión y ocultamiento del Presidente. Y también
tiene su parte de razón: el escándalo y la actitud de Rajoy tienen
suficiente entidad como para una sesión de control del Gobierno.
Así
las cosas, cabe pensar si estos breves días que faltan para esa
reunión en las Cortes van a cambiar la situación actual, definida
por la firme convicción de Rajoy de que el caso Bárcenas no debe
destruir los promisorios planes del Gobierno y la no menos firme de
la oposición de que Rajoy no tiene ya legitimidad para continuar al
frente del Ejecutivo. Mi percepción es que difícilmente se
producirá algún hecho político importante que cambie en estos días
tales parámetros.
Es
decir, que con esas mismas actitudes se llegará al primero de
agosto. Entonces, surge la pregunta: ¿sucederá algo decisivo en esa
sesión parlamentaria que cambie radicalmente la mencionada
situación? Pues me parece muy difícil, aunque no imposible. En
situaciones tan fluidas como la actual, cualquier traspié puede
cambiar las cosas. Dicho lo anterior, cabe la posibilidad de que
Rajoy mueva bien sus fichas y pase el rodillo de su mayoría
parlamentaria con justificación suficiente. Pero también puede
suceder que pase ese rodillo -esto siempre sucederá a menos que
reviente antes la situación interna del PP- pero sin una
justificación mínimamente convincente, no ya para las gentes de la
oposición, sino para sus propios votantes y simpatizantes.
Sin
embargo, lo más previsible es que la sesión parlamentaria no
concluya en ninguno de esos dos extremos y los argumentos de Rajoy
sigan dividiendo la opinión del país, convenciendo al electorado
conservador e irritando al electorado progresista, dejando al resto
con enormes dudas. Todo lo cual invita a pensar que el escenario
político más probable es el que ya mencionamos en otra oportunidad:
un gobierno parcialmente deslegitimado que logra llegar hasta la
próxima campaña electoral, donde Rajoy se despide del sueño de
lograr una segunda legislatura pese al mejoramiento de la situación
económica (que no la salida de la crisis, por supuesto). Por eso
sería aconsejable rebajar las expectativas que muchos ponen en el
enfrentamiento parlamentario del primero de agosto. Aunque, como
dije, nada se puede excluir en coyunturas tan dislocadas como la
actual, lo más probable es que tal debate no cambie demasiado la
mala situación en que se encuentran tanto el gobierno como la
oposición.