viernes 19 de julio de 2013, 17:00h
Los códigos, los reglamentos y la propia
Constitución no encuentran, al parecer, nada reprochable en que el
presidente del Tribunal Constitucional sea militante de un partido
político, pero es muy probable que los códigos, los reglamentos y la
propia Constitución, como tantas veces y en tantas cuestiones, se
equivoquen.
¿Cómo puede interpretar la Carta Magna, a la que se acude como
última y suprema instancia en busca de neutralidad y justicia, un señor
al que su militancia le obliga literalmente a suscribir y defender los
postulados sectarios de un partido? Puede que algún escrúpulo sobre el
particular quedara en el subconsciente del señor Pérez de los Cobos
cuando silenció su militancia pepera al desgranar su biografía en la
postulación para el cargo.
El señor Pérez de los Cobos, a quien no tengo el gusto, puede ser
un excelente afiliado al Partido Popular, pues anda en las alturas y le
aporta prosapia y tronío, pero, por la misma razón, un inadecuado
presidente del Tribunal Constitucional. Los componentes de él no es que
se tengan que dejar la cabeza en casa, con sus ideas correspondientes,
cuando van al curro, pero sí el carnet del partido, y para ello, ¿qué
mejor que no tener carnet de partido ninguno? Éstas reflexiones, que
pertenecen al género de las obviedades que en España cuesta un mundo y a
veces hasta la vida defender, percuten, empero, en una obviedad mayor:
en un país donde la derecha y la izquierda no comparten nada, ni
principios, ni valores, ni imaginario, ni lecturas, ni nada, pues
quedaron en las antípodas a consecuencia de la última guerra civil en
clave ideológica y de la victoria mezquina e implacable de aquella sobre
ésta, no puede colocarse a un notorio partidario (el carnet te hace
notorio) de uno de esos mundos en el trono jurisdiccional del planeta
que, sí o sí, han de habitar, hemos de habitar, todos.
Es cierto que el ganado desprestigio del Partido Popular, así en
lo político como en lo económico, en lo social y en lo moral, no ayuda a
que las querencias del señor Pérez de los Cobos pasen inadvertidas,
pero también lo es que un ciudadano con carnet del PSOE o de Izquierda
Unida tampoco podría ser presidente del Constitucional, siquiera por lo
tocante al decoro que como a las niñas de sus ojos debiera cuidar el más
alto Tribunal de la nación.
¿O no?