jueves 18 de julio de 2013, 16:27h
Está escrito en los libros que la
Oposición, por principio, debe aprovechar cualquier rendija del
Ejecutivo para hacer ver que está ahí y así cumplir con el papel que los
ciudadanos le han dado en las urnas. A estas alturas y una vez que
Bárcenas se ha convertido -le hemos convertido entre todos- en el centro
de la vida nacional ya hemos constatado que el silencio, las reacciones
"prudentes" que, hasta el momento, ha venido manteniendo tanto el PP
como Rajoy no han dado el resultado deseable. Se pretendía con esta
estrategia que el foco de la atención estuviera en Bárcenas que "es el
que tiene que explicar de donde sacó su dinero y que si esta en la
cárcel no es por su supuesta contabilidad B ni por los supuestos
sobresueldos, está por presuntos delitos de su exclusiva
responsabilidad".
El objetivo no se ha logrado y lo que era el "asunto Bárcenas" se
ha convertido -lo han convertido- en el "asunto Rajoy". El foco político
y de opinión pública se colocó, pues, en Rajoy. Y así fue hasta que
Rubalcaba compareció para advertir que si el dia 24, el PP no daba el
visto bueno a la comparecencia del Presidente, el PSOE presentaría una
moción de censura como única fórmula posible para hacer realidad esa
comparecencia que concluiría en cualquier caso con la petición de
dimisión del Jefe del Ejecutivo. Además, el secretario general del PSOE
ha anunciado también que quedan rotas las relaciones con los populares.
A Rubalcaba le asiste el amparo de la Constitución y del
Reglamento del Congreso para tomar la iniciativa que ha tomado. No
quieren los socialistas, sin embargo, que se examine ni a su candidato
ni que se debata el programa de gobierno socialista. Es una moción de
censura "instrumental". En cualquier caso, todo un órdago que la mayoría
de los populares creen deben recoger y acudir "de verdad" a la moción
de censura "en los términos previstos en la Constitución"; es decir,
debatir sobre el programa que constitucionalmente está obligado a
presentar.
La última palabra la va a tener el Presidente del Gobierno, pero
si hace caso a muchos de los que le rodean tanto en el Ejecutivo como en
el Grupo Parlamentario, los "populares" quieren aprovechar "este guante
que ha lanzado Rubalcaba y entrar de verdad en una moción de censura".
Creen que, en el fondo, Rubalcaba, con su órdago les ha hecho un favor.
"Si vamos, vamos en serio y con toda la artillería".
En política no hay decisión o actitud que no conlleve riesgos.
Como estamos viendo, el silencio tiene riesgos, muchos riesgos. Se
interpreta por muchos como cobardía, connivencia, indolencia y esa
percepción puede acabar creando lo que se denomina "estado de opinión",
en este caso muy poco favorable al Gobierno y a su Presidente, cuya
honorabilidad quiere erosionar alguien que está demostrando ser todo lo
contrario a un hombre honorable.
El silencio no siempre es rentable pero la sobreactuación tiene
también sus propios abismos. El presentar una moción de censura que no
se quieren que sea una moción de censura de verdad es colocarse en
situación de acercarse a ese abismo, sobre todo cuando el objetivo
último como es la dimisión de Rajoy, no lo van a conseguir. ¿Calculó
Rubalcaba que con su iniciativa ha dado una alegría a los populares?.
Algunos ya han comenzado a recopilar artillería, pero Rajoy cala y él,
solo él, tiene la primera y última palabra.