domingo 14 de julio de 2013, 11:18h
Stephen
Hawking anuncia la muerte de la filosofía a manos de la moderna astrofísica.
Dice que nos dirá algún día respuestas a las tres preguntas metafísicas.
Lawrence M. krauss, en un terrible y hondo libro, Un universo de la nada, pretende
demostrar de manera científica el hecho de que Dios no es necesario para la existencia
del universo. Si el Big Bang nos enlazaba con las múltiples cosmologías que se
han desarrollado en el mundo, incluso con La Biblia, pues todo comenzó con una
gran explosión de luz en la nada, la teoría de Krauss pretende demostrar que no
existe la nada, que si el acto crear algo donde no hay nada solo es posible
para la divinidad, esta no es necesaria porque la nada no existe.
Según Krauss en el vacío, o la nada, hay un
potencial de crear algo. Dice que la mayoría de la energía del universo reside
en alguna forma misteriosa, y por el momento inexplicable, que permea todo el
vacío. La nada es inestable, dice Richard Dawkins en el postfacio del libro,
casi con toda certeza tenía que acabar engendrando algo. En este sentido krauss
habla de la existencia de la antimateria, y por tanto partículas y
antipartículas que existen y dejan de existir como luciérnagas subatómicas,
aniquilándose mutuamente y luego recreándose por el proceso inverso, a partir
de la nada.
Todo esto ocurre en un universo en expansión, que se
extinguirá, y con miles de millones de galaxias (una galaxía tiene diez mil
millones de estrellas como nuestro sol) evolucionando cada una de ellas, según
Richard Feyman no con una sola historia, sino con todas las historias posibles.
Por tanto hay que entender que muchas de ellas serán con la existencia de seres
capaces de intentar entender el mundo que les rodea.
Desde esta perspectiva, hacer la pregunta que se
hacía Goethe en Fausto, ¿soy yo mismo un destello de Dios?, deviene
innecesaria, pues se nos habla de un automatismo casual que enlaza con la vida
que conocemos. Krauss dice que un mundo sin Dios o sin propósito puede parecer
cruel o absurdo, pero que el universo es como es, nos guste o no, y la
existencia o inexistencia de un creador es independiente de nuestros deseos.
Y a la vez que leía Hawkins y Krauss cayó en mis
ojos un poema de Cees Nooteboom, La
primera foto de dios, que se refiere al momento de la creación, en él Dios
dice "...yo solo con mis piedras de piedra, la tierra aún vacía y yerma. Solo
después cree los árboles, los animales y a ese fotógrafo. A menudo añoro el día
en el que lo cree, el primero de todos. Él y yo juntos en mi creación, el con
su ojos como un espejo sobre mis piedras de piedra...". El ser humano como
fotógrafo del universo. Magistral. La poesía llega a veces donde nunca llegará
la ciencia.