sábado 13 de julio de 2013, 10:34h
Los
principales altos cargos del PP en las instituciones han cerrado
filas en torno a Rajoy: es un político honesto, dicen, que sólo
quiere sacar a España de la crisis. Y lo dicen convencidos. Creo que
ese convencimiento tiene dos bases. La primera refiere al aspecto
comparativo del asunto: Rajoy es uno de los líderes más honestos
del PP y también uno de los más honestos de los presidentes
conservadores de Europa. La segunda guarda relación con la
relativización del problema: incluso en el caso de que los papeles
de Bárcenas sean ciertos no suponen de inmediato haber cometido
delito fiscal, así como tampoco lo es incumplir la ley de
incompatibilidades; y, en todo caso, muchos de esos delitos habrían
prescrito. Es decir, al aceptar sobresueldos Rajoy no habría hecho
algo tan grave si lo colocamos en aquel entonces.
Tengo que
decir que me parece cierto ese balance sobre Rajoy. Más allá de los
cálculos jurídicos del PP, creo que Rajoy es uno de los dirigentes
más honestos que tiene ese partido y que no ha llegado al Gobierno
para sacar tajada, sino que está comprometido genuinamente con la
lucha por sacar al país de la crisis con el menor daño posible para
todos.
El problema
es que igual que creo eso, estoy bastante convencido de que son
ciertas las dos principales acusaciones, ahora ratificadas por el
propio Bárcenas; a saber, que el PP ha tenido por más de veinte
años una financiación irregular y que los cargos del PP han cobrado
pagas extras bajo cuerda. El problema anexo es que ello significa que
Rajoy mintió y ocultó la verdad en febrero de este año. Y que
ahora se refugia en un rabioso silencio, porque sabe que es cada vez
más evidente que mentiría si siguiera negándolo. Casi está a
punto de creer que si habla sobre este asunto comenzará a crecerle
irremediablemente la nariz.
¿Entonces?
Pues ya lo dije antes: los ciudadanos encaramos un futuro canalla. No
hay buena salida posible. Hay que elegir la menos mala. Y para eso es
necesario hilar fino, sin liarse la manta a la cabeza. Pero antes de
explicarme más a fondo, quiero señalar algunas actitudes que no me
parecen edificantes. No creo que resuelva nada desconocer ambos
extremos: no tiene sentido negarle la honorabilidad básica y
convertir a Rajoy en un delincuente profesional, como algunos
intentan, ni, desde el lado opuesto, tiene caso seguir sacando al
presidente de Gobierno de la línea de tiro, como si la financiación
irregular o el cobro de sobresueldos fuera algo de otros, como si
todo el asunto fuera algo que están descargando sobre el pobre
Rajoy. No, no nos pasemos películas: ni Rajoy es Vito Corleone, ni
está al margen de las acusaciones que se hacen al PP.
Y, desde
luego, por acción u omisión no ha dicho la verdad sobre el fondo
del asunto. Pueden ponerse por delante todas las razones de Estado
que se quieran (el riesgo del desgobierno, el empeoramiento de la
crisis, la deslegitimación del Gobierno, etc.), pero, como dije, ha
caído en el síndrome Clinton y ya nada puede parar la desconfianza
que provoca. Y si confía en la siesta del verano para que todo se
vea con menos acritud, no hace otra cosa que repetir una táctica
demostrada errónea.
¿Qué
camino debemos tomar entonces? ¿Acelerar por diversos medios
(censura política, petición ciudadana, entre otros) la caída de
Rajoy, pese a los riesgos de inestabilidad que ello conlleva? ¿O
tragarse el sapo del escándalo Bárcenas, al menos hasta que lleguen
las próximas elecciones, para evitar sobresaltos? Pues insisto en
que hay que valorar con lupa los pros y contras de cada una de las
opciones. Sin perder de vista los detalles. Por ejemplo, el "detalle"
del propio proceso judicial del caso Bárcenas. ¿Qué tal si ahora
llega el extesorero ante el juez y niega todo lo que le dijo al
aventado de P.J. Ramírez? No hay que olvidar que su nuevo abogado le
habrá insistido en que tirar de la manta hundiría al propio
Bárcenas en primer lugar.
Puede que la
salida menos mala sea dejar que un gobierno medio deslegitimado
llegue hasta las próximas elecciones. Pero eso depende mucho de las
cambiantes circunstancias. Desde luego, lo que ya es seguro es que
Rajoy no tiene cuerda para más. Si alguna vez pensó que sacando a
España de la crisis podía optar por un segundo mandato, no creo que
esté tan desubicado como para seguir pensándolo. El caso Bárcenas,
ese que alguna vez pensó que podía meterse bajo la alfombra, ha
evaporado por completo tal posibilidad.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
22667 | Enrique Gomáriz - 14/07/2013 @ 16:55:18 (GMT+1)
Celebro que hayas entendido la naturaleza relativa de la honorabilidad de Rajoy: es uno de los lideres conservadores MAS honrados. Pero creo que no entiendes el fondo del asunto. Desde luego que Rajoy no es imprescindible, es más creo que ya tiene hecha toda su carrera como gobernante, pero yo me preocupo por qué arrastrará su caída y si eso causa un fuerte daño al país, pues prefiero, sin duda, que dure hasta las elecciones. Ya se que eso de liarse la manta a la cabeza es muy español, pero no lo comparto.
22660 | Pikertom - 14/07/2013 @ 13:54:56 (GMT+1)
Comprendo su defensa a ultranza del señor Rajoy, aún sabiendo y reconociendo que es un gran mentiroso, que ha cobrado sobresueldos, que esta implicado en el caso Barcenas y otras muchas cosas que han llevado a este país a la pobreza. Comprendo que diga que este señor es el dirigente conservador más honesto de Europa y España, aunque yo me pregunto ¿cómo serán los demás? Ahora espero que me comprenda a mi a muchos otros ciudadanos que pensamos que el señor Rajoy es un impresentable que debería desaparecer del mapa político nacional. Que su desaparición no equivale a que España se vaya a la mierda o que empeore. Que nadie insustituible. Que otra persona puede llevar a España hacia la recuperación....
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