A los pies de los caballos
miércoles 10 de julio de 2013, 16:21h
Lo que no esperaban en la dirección del PP es que Luis Bárcenas (a
quien habían dejado enriquecerse de manera obscena), les traicionara de
la manera que lo ha hecho: dejando a Mariano Rajoy a los pies de los
caballos. Ante la opinión pública -institución esencial en los regímenes
democráticos- la credibilidad del presidente del Gobierno está en
entredicho. Cuando a primeros de año con una rotundidad inusual en un
hombre como él, tan ducho en cautelas y elipsis, dijo que "nadie podría
demostrar que Bárcenas no es inocente", sentenció el juicio popular
acerca del caso. Los datos que figuran en los papeles que han aparecido
en los últimos días en los que se consignan supuestos cobros de diversas
cantidades en dinero negro cuando era ministro de Administraciones
Públicas y de Educación y Cultura le vuelven a colocar en el disparadero
porque la gente tiene memoria y no ha olvidado que también dijo que las
informaciones que le atribuían cobros de sobresueldos eran falsas
porque nunca había cobrado dinero alguno fuera de su sueldo de ministro.
Está claro que es su palabra contra la de Bárcenas, pero no se
pueden soslayar los datos conocidos ni el hecho de que el ex tesorero y
ex senador ha sido durante muchos años el hombre al que las sucesivas
directivas del PP le fueron confiando la gerencia y control de las
finanzas del partido. De hecho, formaba parte de la dirección y fue el
propio Mariano Rajoy quien le nombró tesorero. Era un hombre de
confianza y estaba en posesión de los secretos de las finanzas
-incluidas las donaciones extra legales ahora investigadas por los
tribunales. Parece claro que mientras alimentó la esperanza de que los
hilos de la política podían destejer de noche lo que la justicia tejía
de día, Bárcenas habló para negar credibilidad al contenido de las
fotocopias publicadas. Confiaba en que su caso, como ha ocurrido con
otros, se eternizaría hasta acabar en prescripción u olvido. Todo cambió
desde el ingreso en prisión. Desde ese momento comprendió que le habían
abandonado a su suerte y fue en ese momento cuando decidió pasar al
ataque. Como Sansón en el templo de los filisteos.
Puesto que es al propio presidente del Gobierno a quien ha puesto a
los pies de los caballos, parece inexcusable que el ciudadano Rajoy,
haga algo más que prodigar sus silencios. Otra razón para dar una
explicación plausible, despejando todas las sombras que se ciernen sobre
él, es porque se dice por Madrid que dentro del Gobierno y en algunos
sectores del partido alienta una facción descontenta con el estilo de
gobernar de Rajoy, que estaría utilizando este asunto para dar curso a
sus propias ambiciones. Pasó, pues, su tiempo de silencio.