Ética y corrupción en España
martes 09 de julio de 2013, 17:25h
Transparencia
Internacional ha presentado su Barómetro Global sobre la Corrupción en 2013 que,
no es una sorpresa, deja a los partidos políticos en el nivel más alto de la
corrupción (4,4 sobre 5), seguidos del Parlamento (3,9), el sistema judicial
(3,5), los funcionarios públicos (3,3), las empresas privadas (3,3) los medios
de comunicación (3,2), la policía, los organismos religiosos (3,1) y, ya por
debajo del 2,6 el ejército, las ONGs, el sistema de salud y el sistema
educativo. ¿Por cierto, dónde están los sindicatos?
En la mayor parte de los
casos ha sido la soberbia, el distanciamiento de los ciudadanos, la impunidad, el descontrol y la aceptación de la golfería
dentro de cada una de esas organizaciones lo que ha llevado a los ciudadanos a
ser absolutamente críticos con ellas. También, sin duda alguna, la pérdida de
valores esenciales que delimitaban antes de forma más clara la línea entre el
bien y el mal. Corrupción ha habido siempre, pero todos sabíamos que era una
conducta reprochable. Durante algún tiempo los corruptos han sido venerados. El
relativismo generalizado, el falso respeto hacia todas las ideas, el
desentendimiento de cada ciudadano con la gobernanza de los asuntos públicos
nos ha llevado a esto. Un pequeño grupo de "políticos" se ha hecho con todo el
poder, desde la política hasta la judicatura, pasando por la economía o los
sindicatos, lo administran a su interés y ni siquiera se rinden cuentas a sí
mismos.
Pero eso sólo se ha
producido por el abandono voluntario de ese territorio por parte de la mal
llamada sociedad civil. Hemos dejado todo el campo a unos pocos, que se han
quedado con todo y han eliminado, siguen tratando de hacerlo, las pocas voces
independientes -asociaciones culturales o de vecinos, colectivos profesionales,
culturales, etc.- que pueden disputarles el territorio. Esta sociedad
adormecida es responsable de conformarse con votar cada cuatro años. Y esta
juventud domesticada, excesivamente acomodada, sostenida por sus mayores, no es capaz ni siquiera de emprender una
pequeña y tímida revolución. ¿Qué fue del 15-M, de todo esa eclosión de la
protesta ciudadana? No queda nada. Los políticos saben que todas las plazas son
suyas.
Los mismos que denuncian
la corrupción están convencidos de su limpieza de corazón. Sólo el 2 por ciento
de los españoles reconoce haber pagado algún soborno en los últimos 12 meses.
¿Sobornos grandes o pequeñas corruptelas? Porque eso casa mal con un 73 por
ciento que ve "importantísimo" tener contactos personales para resolver sus
problemas. Me da la sensación de que hay mucho cinismo en nuestros
comportamientos públicos y privados y mucha pequeña corrupción en ellos. IVAs
no pagados, dineros escamoteados a Hacienda, pequeñas trampas "sin
importancia". Pequeñas, me temo, porque no hemos tenido la tentación de ver
pasar cerca de nuestras manos grandes cantidades. Pero, sobre todo, no hemos
tenido la voluntad firme de denunciar los comportamientos corruptos ni de
expulsar a los corruptos de la vida pública. Muchos les siguen votando.
francisco.muro@planalfa.es