El hombre que estuvo a punto de ser el jefe de los servicios
secretos españoles acaba de formalizar su candidatura a presidir la autonomía más
grande, emblemática y políticamente importante del país, Andalucía. Ese mismo
hombre, Luis Planas, va a significar el primer y definitivo test de democracia
interna no solamente en el socialismo andaluz, sino en el conjunto del PSOE. Importante
e interesante confrontación la de las primarias andaluzas: es donde el
principal partido de la oposición se lo juega todo; desde poder volver a
aspirar al Gobierno nacional hasta casi la autodisolución o, al menos, quedar
como una formación residual.
Prefiero no entrar en los motivos para que haya anunciado
tan anticipadamente su renuncia
José Antonio Griñán, personaje a quien
considero honrado y cabal, pero sometido al fangoso, pestilente, pantano de los
ERE, un dilema que no ha sabido resolver. En todo caso, creo que tiene
justificación su marcha, aunque no sea más que para facilitar el imprescindible
relevo en el conjunto de la política española (y no me refiero, claro está,
solamente al PSOE) y marcar el rumbo a seguir a un
Alfredo Pérez Rubalcaba que,
en cualquier caso, creo que ya ha tomado hace tiempo la decisión de no seguir:
a ver cómo y cuándo organiza el actual secretario general del PSOE y líder de
la oposición las primarias para sustituirle.
Espero que lo haga de manera más imparcial que Griñán, cuyas
preferencias por su 'mano derecha', la consejera de Presidencia
Susana Díaz, persona del 'aparato' y mano de hierro en la poderosa
Federación andaluza, son más que evidentes. Menos mal que alguien más ha dado
el difícil paso al frente, presentándose como lo que yo considero que es una
candidatura independiente. El citado
Luis Planas tiene tras sí un extenso 'curriculum'
nada desdeñable, que pasa por Bruselas, por la embajada en Rabat -no crea
usted que se nombra embajador en Marruecos a alguien que no tenga unas muy
especiales características, máxime si no es diplomático de carrera-y por
haber estado a punto de ser nombrado director del Centro Nacional de
Inteligencia, aunque luego el puesto fuese a parar, a través de diversos
vericuetos, a manos de un militar prestigioso, el general
Félix Sanz Roldán.
Siento inmiscuirme en este tema, pero no puede compararse la
trayectoria de uno y otro candidatos a presidir una Comunidad que agrupa a ocho
provincias y que ha sido calificada como 'el granero de votos de España'.
Conozco desde hace tiempo a Planas, me constan su prudencia y su capacidad, ya
que no su liderazgo ni su brillantez en la exposición. No es hombre 'de
partido', en la peor acepción, hermética y aprovechada, del concepto 'partido'.
Ni anda proclamándose más de izquierdas que nadie, ni ha pactado jamás acuerdos
vergonzosos, aunque es un individuo dialogante. No cuenta con el apoyo 'oficial',
del que se beneficia la señora Díaz.
Por eso mismo, porque siete de los ocho secretarios
provinciales respaldan a la candidata 'griñanista', la victoria de
Planas en unas primarias sería, a mi entender, un soplo de aire fresco en las
cerradas estructuras partidarias. Y marcaría un rumbo a adoptar a otras
formaciones, que, entiendo, deberían someterse obligatoriamente a primarias
para elegir a sus candidatos a las elecciones generales. Así, algo empezaría a
cambiar en las anquilosadas -por decir lo menos-- estructuras de la política
española.
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