martes 02 de julio de 2013, 12:16h
Sea de cartas o de dados en el juego del mentiroso es
obligado mentir para ganar. Se trata de que el rival o los rivales acepten la
mentira o nieguen la verdad disfrazada de mentira. La habilidad del jugador
está íntimamente ligada a su capacidad teatral y a la frialdad con la que
ejecuta el engaño. Sobre estas bases aplicadas a la clase política es muy fácil
deducir que los mentirosos son muchos pero buenos, buenos, muy pocos.
Ocultar las intenciones o lo que es lo mismo, ocultar el
objetivo final de unas declaraciones o de una actuación pública es el punto de
partida. Luego vendrán las negativas, las negociaciones por debajo del mantel,
los acuerdos y repartos del poder que se quiere conseguir con los amigos e
incluso los enemigos de ayer, y ese largo etcétera que ya hemos visto tantas
veces en la corta existencia de nuestra democracia.
Si nos centramos en lo que ha hecho y dicho el actual
presidente de la Junta de Andalucía y del PSOE vemos que está jugando al
mentiroso, que está mezclando mentiras con verdades que parecen mentiras para
engañarnos a todos, a sus compañeros de partido los primeros. No es posible que
un hombre con la experiencia política de José Antonio Griñán, que lleva desde
que se afilió al PSOE a comienzos de los años 80, coincidiendo con el gran
triunfo del partido y la llegada de Felipe González a La Moncloa por una amplia
mayoría absoluta, no haya calculado el
efecto de anunciar su retirada dentro de tres años.
Hijo del comandante Octaviano Griñán, que estuvo a las
órdenes directas de Francisco Franco antes de dedicarse a la banca en Sevilla y
sobrino del que fuera presidente de la Diputación de Madrid, jefe del
Movimiento y uno de los 5 diputados de AP que votaron en contra de la actual
Constitución, José Martínez Emperador; el hombre que cosechó el 3 de mayo de
2012 la primera derrota de los socialistas en Andalucía está decidido a que el
futuro del socialismo español pase por sus manos.
Lo mismo que negoció con Diego Valderas el apoyo de los
12 parlamentarios autonómicos de Izquierda Unida, y lo mismo que negoció con
Alfredo Pérez Rubalcaba la presidencia
del partido sustituyendo a Manuel Chaves, ya ha "negociado" su lenta
salida del sillón de mando de la Junta de Andalucía. Como estuvo en el centro
de la dura batalla entre Joaquín Almunia y Josep Borrell por la secretaria
general del PSOE, que desembocó en la bicefalia del socialismo, sabe que no
puede repetirse ese fenómeno, y la única forma de evitarlo es adelantar las
elecciones autonómicas o abandonar la presidencia del gobierno una vez se haya
elegido un nuevo candidato del PSOE andaluz, algo que ocurrirá a partir de
finales de julio.
De los tres cargos que ostenta en estos momentos, el
único que no interfiere de forma directa en todo el proceso andaluz es el de la
presidencia nacional del partido. Los otros dos son muy difíciles de mantener
con un nuevo rostro encarnando la futura oferta del socialismo en Andalucía,
por un lado, y las relaciones con el socio actual de gobierno, la IU de
Valderas, por otro. Así las cosas y con todo el mundo haciendo lo contrario de
lo que piensa y lo que dice, desde el Partido Popular de Zoido al resto de las
fuerzas políticas, los preparativos para una cita adelantada con las urnas han
comenzado.
Griñan ha cumplido el pasado siete de junio 67 años y si
agotara la Legislatura se plantaría en mayo de 2016 con los setenta a la vuelta
de la esquina. El mismo esta reivindicando que haya "sabía nueva" en
las instituciones en lo que se interpreta como una invitación expresa a
Rubalcaba para que deje la secretaria general pese a ser siete años más joven.
Desde la dirección del partido, con Elena Valenciano y
Óscar López al frente, se insiste en que nada tiene que ver la cuestión
andaluza y los deseos de Griñan con la " hoja de ruta" que tiene el
PSOE de cara a las futuras elecciones generales y la elección de su candidato.
Otras " mentiras" del mismo juego ya que si se pone en marcha la
maquinaria electoral en Andalucía es imposible que no intervenga la Ejecutiva
Federal y el propio secretario general. Más bien parece que todas las
declaraciones que se están haciendo por parte de dirigentes socialistas, desde
las de Rodríguez Zapatero a las de Tomás
Gómez pasando por las de Carmen Chacón, obedecen al mismo principio de
encubrimiento de la realidad interna del partido, de las ambiciones personales
de los que aspiran a dirigirlo, y del reparto de poder entre las distintas
familias y grupos con la vista puesta en el cada vez más necesario Congreso
Extraordinario de la formación.