Nos metemos ya en el mes de
julio. Nada de particular, si no fuera porque, contra lo que podría pensarse al
ser un mes vacacional para muchos, siempre ocurren, si usted lo mira desde el
prisma político, muchas cosas en julio. Demasiadas, acaso. Julio era el mes que
Franco elegía para dar sus pasos más importantes, lejos de la mirada aprensiva de
los españoles. Después, este mes se convirtió en acelerador de crisis
gubernamentales: el motorista con el cese siempre llamaba a la puerta del ministro
cesado en fechas como estas. Y, así, para resumir, yo diría que los mandatarios
siempre han aprovechado este mes para sorprender a la ciudadanía con medidas y
ocurrencias de esas que no les conviene debatir en el Parlamento ni, demasiado,
en los periódicos. ¿Tendremos también sorpresa en estos días, que se aprecian a
priori difíciles, hasta agosto?
Yo diría que hemos llegado
hasta aquí cabalgando, quienes han debido hacerlo, a lomos de tigres
peligrosos. En el Partido Popular se adivinan muchas gargantas tragando
nerviosamente saliva: ¿qué hará el malvado
Bárcenas con la cólera infinita que
a un temperamento como el suyo debe producirle la estancia en la prisión de
Soto del Real? Los periodistas nos afanamos especulando acerca de qué guardará
el ex tesorero en la manga, qué nombres de receptores de sobresueldos se
reserva, qué transacciones partidarias quedan aún pendientes de relevar,
mientras los responsables del PP, manteniendo el silencio externo, se esfuerzan
privadamente en asegurar que a Bárcenas ya no le queda munición, que todo está
en los famosos 'papeles' ya archipublicados. Y se preguntan quién o
quiénes serán los componentes de ese 'entorno de Bárcenas' que
siguen filtrando fotografías la verdad es que ya no muy comprometedoras para
los máximos dirigentes y ex dirigentes del partido. Por cierto, no olvide
usted, amable lector/a, que el próximo domingo asistiremos a un nuevo 'abrazo
de Navacerrada' en la clausura del campus FAES entre
Mariano Rajoy, que
deberá decir algo, y José
María Aznar, que ídem. Aguardemos, pues.
Claro que en el terreno
socialista las cosas no andan mucho más tranquilas. En julio alguien tendrá que
decir algo definitivo sobre para cuándo las primarias que sirvan para sustituir
a un
Alfredo Pérez Rubalcaba que todos saben ya que no intentará volver a
presentarse, que está cansado de hacer un papel que él -y muchos-considera
necesario, que no encuentra un eco interno demasiado favorable a su
acercamiento táctico a La Moncloa. LO previsible es que en el PSOE se aceleren
las cosas tras el meditado anuncio de
Griñán, presidente del partido y de la
poderosa Junta andaluza, de que no volverá a presentarse, que se marcha...dejando,
eso sí, a una sucesora presunta, que yo, por cierto, creo que nunca llegará a
serlo de manera efectiva. Al tiempo.
Con este panorama, ¿qué
quiere usted que le diga? Pues que todo apunta a que, con cifras de paro algo
más alentadoras, dentro de lo provisional y fugaz del empleo que se logra; con
casi plena ocupación prevista para las vacaciones agosteñas en nuestras costas;
con la 'cosecha del siglo' llamando a las puertas, pero con el
pesimismo sociológico que parece haberse instalado, por tantas razones
fundamentadas, en el ánimo de los españoles, tendrán que ocurrir muchas cosas. En
el plano nacional y no digamos ya en el internacional. Va a ser, pronostico, un
mes tolerable en lo que se refiere a datos económicos e intenso en lo tocante a
pasos políticos, esos pasos que a Rajoy le gusta tan poco dar -pero tendrá
que darlos, más tarde o más temprano-- y que en el campo de la oposición se
adivinan siempre algo vacilantes -pero habrán de clarificarlos, más
temprano que tarde--.
Y, claro está, hay que tener
en cuenta la 'cuestión catalana': se acerca la nueva Diada de
septiembre y cada vez le queda menos tiempo a Rajoy para, seguramente a base
de talonario y de alguna concesión, hacer entrar en razón a un
Artur Mas
empeñado en tirarse al abismo. Yo, en resumen, pienso que el hombre menos
envidiable del mundo, es decir, Mariano Rajoy, va a seguir siéndolo de aquí a
que pueda largarse a pasar unos días de asueto, seguramente de nuevo en su amada
Galicia natal. Pero, para eso, falta una eternidad: nada menos que todo el mes
de julio, maldito julio.
>>
El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>