La difícil reforma de las administraciones públicas
viernes 28 de junio de 2013, 12:57h
Ha
transcurrido una semana desde que la vicepresidenta del Gobierno expuso con claridad los contenidos del
Informe de la Comisión
encargada de elaborar un estudio sobre la situación de las administraciones
públicas españolas y las medidas adecuadas para mejorar su eficacia. Y como
primera valoración hay que reconocer que se ha hecho un buen trabajo:
exhaustivo, profundo y coherente con los fines marcados por Soraya Saenz de
Santamaría que, una vez mas, da muestras de su valía política y su
determinación para alcanzar los objetivos propuestos. Valga esta reflexión por
necesaria, aunque entre estas líneas se ha cruzado la prisión de Bárcenas.
Sin
embargo esta valoración global, se refiere a un anteproyecto que deberá pasar
distintas fases antes de convertirse en proyecto de ley y que, al afectar a los
distintos niveles administrativos y a muy variadas entidades políticas de
diverso sentido ideológico, se va a convertir en una carrera de obstáculos,
alguno de ellos infranqueable.
En
este asunto de la reforma se ha puesto casi siempre el acento en los
municipios, al considerar la inviabilidad de muchos pequeños núcleos. Pero no
se ha considerado el general etnocentrismo que predomina en el mundo rural y
también en el que se puede considerar urbano. Durante el franquismo se
propiciaron las fusiones de las pequeñas entidades otorgándoles diversas ventajas, presionándolas al mismo
tiempo y a veces muy fuertemente por vía política. Hoy es impensable este
planteamiento, salvo en muy concretos casos, pero el informe incide en otros
aspectos como la clarificación de las competencias municipales, la limitación
de licencias previas o el reforzamiento del control presupuestario, la
limitación del personal y de sus sueldos, etc. Son muchos los aspectos
mejorables para minorar la ineficacia de muchas entidades municipales que
también se podrían corregir dando a las Diputaciones provinciales un mayor
papel en la tutela y complemento de aquellas, si bien habrá que determinar como
queda este asunto.
Hay
otras propuestas mucho más factibles, como la enajenación de inmuebles, la
intermediación de datos, la supresión de duplicidades en los mismos niveles, el
establecimiento de controles de gestión, reasignación de recursos
presupuestarios, o el Plan de racionalización normativa, uno de los aspectos
más interesantes del proyecto de reforma. Para entenderlo así basta considerar
que el conjunto de los Ministerios han detectado 5800 normas de 28 sectores
económicos que podrían estar afectando a la unidad de mercado. Y la propuesta
de la Comisión
es abordar la revisión y simplificación
normativa, que comenzaría por la elaboración de textos refundidos de más de
veinte materias ahora dispersas y confusas. Esto, por lo que se refiere a la
Administración General del Estado, es factible
y muy beneficioso, traduciéndose en ahorros tanto para el Estado como para los
administrados.. Igualmente se abordarán otras propuestas como la factura
electrónica, las medidas de intervención, la asignación de recursos humanos...
Pero hay un elemento perturbador de este ambicioso
proyecto: la distribución de competencias entre la
Administración General y las Comunidades
Autónomas, que ha atestado de recursos el Tribunal Constitucional. Por las
reacciones habidas, unas explícitas y otras en expresivos silencios, va a ser
empeño imposible que se instale en España una Administración Pública coherente,
coordinada y eficiente. Las satrapías en que han resultado las previsiones
constitucionales, son inamovibles en sus competencias. Y aunque popularmente no
tienen un respaldo entusiasta, están dominadas por el poder político y
oligarquías sociales que no se dejarán arrebatar sus poderes e influencias.
Difícilmente se irá más allá de retoques y acciones de escasa profundidad. La
dispersión normativa y la inflación legislativa generalizada, solamente podrán
ser reconducidas mediante leyes armonizadoras que cuenten con el apoyo de la
mayoría de grupos parlamentarios del Congreso. De no ser así, lo más sustancial
de la reforma propuesta puede fracasa.