Rubalcaba y el portero de Thaití
viernes 21 de junio de 2013, 16:17h
Hace mucho que no nos identificábamos tanto
con alguien, y los brasileños, tampoco. A Roche, el esforzado y
encantador guardameta de Tahití, le metieron diez goles como diez panes,
pero habrían sido veinte si la selección española, impregnada del
sentido caballeresco que del deporte y de la vida tiene su entrenador,
se hubiera ensañado con él como el Estado, el Gobierno, se ensaña con
nosotros, con la gente tranquila y normal que no roba, que no estafa,
que no maquina para alterar el precio de las cosas, que no defrauda a
Hacienda, que no quiebra bancos, que no dicta leyes ominosas, que no
conduce en sentido contrario, que no prevarica, que no malversa, que no
engaña. Roche, el portero de la maravillosa selección de Tahití,
compuesta por aficionados que viven de sus trabajos, hizo lo que pudo,
pero lo que no pudo, como los españoles o los brasileños, fue invertir
la deriva, la histórica deriva hoy realimentada, de laminación total de
los débiles.
Los brasileños, la mayoría de los cuales vienen al mundo con un
balón debajo del brazo, no vibran éstos días con esa marcianada de la
Copa Confederaciones, sino en las calles reivindicando justicia social y
reparto de la riqueza ante la evidencia de que se la reparten los ricos
íntegramente. Hasta los Ronaldo, Neymar, Romario o Rivaldo, dioses del
imaginario futbolero popular, se suman a esa insurgencia general por los
derechos elementales, cuales son los del trabajo, la vivienda, la
sanidad y la educación, una insurgencia que, de seguir así las cosas por
estos lares, de seguir ésta acción socavadora, destructora, de cuanto
los españoles ganaron para sí en los últimos decenios, se acabará
trasladando, antes o después, a nuestro país.
Porque el cauce natural en una democracia, la asunción y defensa
de las demandas populares por parte de la oposición, también parece
cegarse para los ciudadanos con la última astracanada de Rubalcaba, la
de enrocarse suicidamente con el PP con el único propósito de salvar ese
bipartidismo tan nefasto para la nación. Si la Fiscalía, la institución
que debiera velar por el cumplimiento de la ley, no está con quien
debe, la sociedad española estafada, saqueada, arruinada y hundida, el
principal partido de la oposición traicionando sus funciones elementales
y los grandes delincuentes en la calle, ¿cómo podrán evitarse las
consecuencias de ese quedarse a solas la gente con su desesperación?