jueves 20 de junio de 2013, 16:35h
Este jueves se cerraba en Granada un
capítulo importante de reconocimiento y de justicia para una persona, la
abogada Rosa Cobo, salvajemente asesinada hace unos meses por uno de
sus clientes que no aceptó que la letrada se negara a presentar una
denuncia falsa, a salirse de la legalidad, a fabricar pruebas falsas
para implicar a la mujer del asesino. Rosa Cobo, que llevó el caso
relacionado con la custodia de un menor tras la separación, le dijo al
que iba a ser su asesino que "los abogados estamos para defender a
quienes defienden un derecho o, incluso a quienes cometen los delitos,
pero nunca para fabricarlos". Rosa era una profesional íntegra, de firme
moral, defensora de sus clientes a capa de espada. Sus familiares, sus
compañeros, sus amigos ni siquiera pudieron tener el consuelo de que se
hacía justicia porque su asesino se suicidó en la cárcel, poco antes de
la apertura de juicio oral. Ayer, en Granada, en su Colegio de Abogados,
el presidente de la Abogacía Española entregaba a sus familiares la
Gran Cruz al Mérito en el Servicio a la Abogacía, a título póstumo,
reconociendo su integridad, su profesionalidad, su ética y su
sacrificio.
Como Rosa hay otros muchos excelentes profesionales en este país.
Muchos de ellos, abogados, como Nacho de la Mata que se dejó la vida por
defender en España a menores extranjeros no acompañados, hasta que un
cáncer traicionero y muy largo se llevó su vida generosa. En todas las
profesiones hay gentes que deberían salir en los informativos y en los
periódicos en lugar de tantos golfos, de tantos vividores, de tantos
sinvergüenzas sin oficio ni beneficio, de tantos corruptos. Pero casi
nunca salen. La mayoría de los profesionales españoles son personas que
tratan de hacer bien su trabajo. Son infinitamente más que los que lo
hacen mal. Son personas anónimas sin las cuales no podrían progresar ni
la educación ni la ciencia ni la medicina ni el periodismo ni las
empresas.
Pero los que salen, los que son "modelos a imitar" son los golfos,
los que se llevan o se gastan el dinero de otros, los que gritan, los
que estafan a otros, los que hacen mal su trabajo, los singermorning que
parece que se multiplican, sin que pase nada, sin que nadie pida
disculpas, sin que nadie dimita, sin que nadie sea sancionado por no
hacer lo que debe.
Por eso es importante reconocer a una persona que se enfrentó al
acoso, que murió por no plegarse a la injusticia, por defender su
trabajo honesto, por ser fiel a la verdad. Y en ella a todos los que
creen en su profesión, en la ética personal y social, en la deontología,
en el compromiso de hacer bien las cosas, se lleve o no se lleve. Hay
muchos y muchas "rosacobo" en España. Se merecen un reconocimiento y un
homenaje. Pero en vida. Sólo ellos, sólo un comportamiento comprometido y
honesto nos puede sacar del pozo en el que estamos.