Peñíscola: muchos asistentes a la 'cumbre' del Partido
Popular están obsesionados, como constataron algunos periodistas asistentes,
por los posibles 'relevos' que vienen -'si es que
vienen', dijo una fuente significativa-- en el partido que sustenta al
Gobierno y en el propio Gobierno. Mariano Rajoy ha decidido apostar por que
todo va bien, y, por ende, por no hacer cambio alguno...Pero tendrá que
hacerlos, concluyen todos los suyos.
Ahí está, por ejemplo, la reaparición constante de Aznar, que este
mismo lunes tiene otra nutrida aparición pública en el histórico Club Siglo
XXI, que ahora dirige su amigo y ex ministro Eduardo Zaplana. Aznar, que es el
pasado, urge ahora reformas de futuro, descontento con el trato que reciben los
que formaron su equipo -y el que recibe su propia mujer, alcaldesa de
Madrid-a manos de los 'nuevos', entre los que él hace figurar
al propio Rajoy, que, sin embargo, también proviene de épocas pretéritas.
No digo yo que Aznar pretenda el regreso de algunos de los suyos a
primera línea, y menos aún que pretenda su propia vuelta al ruedo del poder;
pero me parece que intenta acumular dosis considerables de influencia en el
partido que él refundó, a partir de la Alianza Popular de Fraga, en
1990, en Sevilla. Y trata también, pienso, de que los peones que aún tiene
colocados no sean desalojados. Por ejemplo, Jaime Mayor Oreja, el cabeza de
lista de las europeas; aseguran que ha mantenido una larga conversación con
Rajoy en busca de una 'reconciliación', si así puede decirse, pero
no está garantizado que el presidente le mantenga al frente de una candidatura
que necesita, como tantas cosas, renovación.
Dicen que Rajoy se guarda algunas bazas para estas elecciones europeas,
que tendrán lugar dentro de un año, y que esta lista le servirá al presidente
para mover fichas en el actual Gobierno, varios de cuyos integrantes están
quemados, aunque ni el presidente ni ellos mismos quieran admitirlo. Pero sí lo
dicen casi abiertamente miembros relevantes del PP, que empiezan a pedir algo
más de movimiento a un Rajoy al que consideran con paso firme, pero
excesivamente lento y, como he escuchado a un activo 'marianista',
"algo aburrido, tal y como andan las encuestas, que piden un poco más de
ruido".
No estoy seguro de que sea solamente ruido lo que piden los ciudadanos,
encuestados o no. Ni creo que las ansias de cambio se calmen con apenas un
merecido ascenso a instancias europeas de, por ejemplo, un Miguel Arias Cañete.
Sí tengo la seguridad, sin embargo, de que la opinión pública muestra
signos de cansancio ante los mismos rostros, las mismas actitudes y las mismas
políticas. ¿Cómo es posible que nadie parezca darse cuenta de ello?
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