Antes llovía
siempre en la inauguración de la Feria. Por la tarde. En esos dos kilómetros de
casetas del Retiro, se han sufrido calores feroces y frios pelones, según el
caprichoso mes de junio madrileño, que se nos olvida de un año para otro. Antes
del cambio climático, que debe ser que yo he vivido siempre en pleno cambio
climático, y antes no se medía. O no nos lo contaban todo el rato: ahora forma
parte de esta confabulación del mundo mundial contra nosotros, incluyendo los
cielos y las fuerzas telúricas y las sobrenaturales y las financieras. Y las
especies en peligro de extinción, como nosotros mismos, la gente de la cultura.
Sé la cara que pone el koala porque es la que me sale a mí: muerte o
cautividad. Y no a todos se nos ofrece un buen zoo...Aire de catástrofe del fin
del mundo, que a los únicos que no conmueve es a los ricos riquísimos: no sé
para qué quieren acumular tanto dinero,
y llevárselo crudo, si esto se acaba. O se pone tan chungo, que va a ser muy
desagradable, creo yo. Claro que me voy convenciendo de que no pertenecemos a
la misma especie. Guindos y yo, por poner un ejemplo.
A ver: la
feria, según me dicen, y la gente del libro no suele ser optimista
precisamente, está yendo bien. Bueno, mejor que el año pasado, que fue fatal.
Si esto me lo dijeran en ARCO, lo pondría en duda, porque su política siempre
ha sido decir que vendían, para animar, que lo de la compra es contagioso, y
parte de la parálisis que padecemos se debe al miedo. Pero los del libro son
más bien lloricas, y es verdad que el año pasado casi no se veían bolsas (de
libros), y este año sí, hasta en los días de diario. Así que está yendo bien.
O: mejor que lo que se temían.
Hoy firma en
la feria Juan Ignacio Macua su La realidad imaginada (Trama Editorial)
que es mucho más que una reflexión sobre la pintura de un ficcionado Antón
Zulaica, de prematura muerte -justo cuando iba a dar el gran paso
multinacional- y que, para abreviar, son las reflexiones de Macua que, además de escritor estupendo
-véase su novela, Demasiado Ignacio,
bajo el mismo sello- y de esa larga trayectoria profesional inventándose el
oficio del comisario o curador de exposiciones, es un pintor
que a mí me gusta mucho. Y a muchos. Y que pone en este libro ideas que son
muchas paradojas y pocas certezas, aunque algunas como puños -lo que es tan
estimulante intelectualmente- pero como tiene forma de diario de artista
muerto, hay mucho que desgranar. Para el verano prometo hacerlo yo.
Lo de los
diarios triunfa: si fueran un solo sicoanalista el que escucha estos relatos,
casi se podrían entender así las Confesiones
al Psicoanalista, de Izara Batres,(Ediciones
Xorki) que será presentada en la Feria por Juan
Gómez Bárcena -un joven estrictamente de la generación de Izara, del que ya hemos dicho algo- y
por María Escribano. Sería un
sicoanalista muy especializado en raritos,
de los que no entran doce en docena, y se lo pasaría de miedo, pero sabe dios
cómo terminaría -aparte de partido de risa. Así que nada de diarios: una
colección de relatos divertidos, con una curiosa vertiente british y casi diría argentina.
Y los trastornados y trastornadas que transcurren por el libro se parecen tanto
a nosotros mismos.... O a ellos mismos, los más posmodernos. Porque el humor, el bueno, siempre mira de
frente a la tragedia. Y de eso se trata en esta colección de cuentos.
Y también me
he encontrado en la Feria a Juana
Vázquez Marín, que firmaba Tú serás
Virginia Woolf, (Endymion), y qué buen título! Es la segunda novela de Juana, tras Con olor a naftalina, y por lo que sé de cómo funcionan estas
cosas, debe pertenecer a una racha creativa y temática par
alela a la de su
libro de poemas Tiempo de caramelos.
Una figura paterna, siempre idealizada, una chica gótica rebelde y
conflictuada, y la obligación de ser Virginia Woolf....por lo menos! Como escribe
tan bien y promete aventuras, adulterios y más, en cuanto acabe de leerla les
cuento.
Y la que ya
he acabado, pero no les voy a contar hoy, es la deliciosa Dinero para fantasmas, de Edgardo
Cozarinsky (Tusquets ). Es una pequeña joya y tiene qué ver con el cine,
pero de aquella manera. Y él conoce bien el mundo de la literatura y el del
cine, y hay muchas claves en la anécdota, que algunas se me escaparán pero
otras no, y está tan divinamente escrito que yo creo que me voy a enrollar y la
semana que viene le dedico un suelto. Ojalá esté este finde en la feria -andaba
por Europa- porque siempre es un placer encontrarle.
La tarde del
viernes, cuando esto termino, se está encapotando. No, no es el cambio
climático: es la tradición de la feria. Algún día, aunque no sea el inaugural,
tiene que llover. Para pasar los libros por agua, que, como las novias, es
señal de fertilidad.
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