lunes 03 de junio de 2013, 08:10h
¿De verdad queremos una
educación de calidad, formar estudiantes capaces de pensar de forma autónoma,
que puedan competir en el mercado laboral, que tengan una formación que les
permita adaptarse a un entorno en permanente cambio, que tengan valores sólidos?
¿Se puede hacer con reformas educativas? Mentira. La única manera de conseguir
este ambicioso objetivo es tener los mejores profesores. O, dicho de otra
manera, hacer que a la educación sólo accedan los más preparados, los mejores,
Hay sistemas que han demostrado su éxito, en España y fuera de nuestras
fronteras. Por ejemplo, los médicos españoles. La alta exigencia para entrar en
las Facultades de Medicina, el sistema MIR, la formación que reciben en la
carrera y en los hospitales ha hecho que tengamos posiblemente el conjunto de
profesionales médicos mejores de Europa.
Salvar vidas es muy
importante, pero formar a los niños y jóvenes, lo es mucho más. Por eso hay que
pedir un listón más alto para el acceso a la docencia. Y un MIR para los
profesores que garantice que han sido formados adecuadamente y que están en
condiciones de formar hacia la excelencia a sus alumnos. Y dotarles de una
remuneración justa y atractiva- junto a controles periódicos de su
actualización y capacitación. ¿Qué eso cuesta mucho? Infinitamente menos de lo
que rendiría a corto, medio y largo plazo. Con recuperar la mitad de los
millones de euros que se tiran cada año a la basura por el fracaso escolar de
una cuarta parte de la población escolar sería suficiente. Pero el beneficio
sería mucho mayor. Si eso se hiciera, el nivel educativo crecería hoy y en las
próximas décadas de forma imparable. Si no se hace, España está condenada a ser
un país de tercera, con una rémora de millones de jóvenes sin formación y sin
futuro, viviendo de la caridad o del Estado. Muchos se jubilarán sin haber trabajado
nunca o casi nunca y sin haber cotizado para tener derecho a la jubilación.
Cierto que, además de
poner el índice en la formación inicial -no se puede seguir formando profesores
para el siglo XXI con estructuras del XIX- hay que mejorar la formación
continua, actualizar a los docentes, premiarles, dar autonomía a los centros,
hacer que compitan. Dice con razón José
Antonio Marina que "ningún Gobierno se ha preocupado de mejorar la
formación inicial y, sobre todo, la formación dentro del aula de los
profesores, de evaluar su competencia, de premiar a los mejores, de organizar
una carrera docente, de preparar un cuerpo de directores de centros. Pues sin
eso, cualquier reforma fracasará". Amén.
Ser profesor es lo más
importante que puede ser un profesional porque la sociedad pone en sus manos su
mayor capital. Si tenemos malos profesores, si les marginamos, si no les damos
la formación, los medios, la relevancia social y la autoridad que necesitan, ¿a
qué aspiramos?. ¿La religión, las reválidas? No, el problema son los
profesores.