Felipe González y
Alfonso Guerra han hecho bueno,
una vez más, ese refrán castellano que dice 'que Dios me libre de mis amigos,
que de mis enemigos ya me libro yo'. Todo el mundo sabe que rompieron cuando
aquellos lodos de
'mi_henmano', más conocido como el
'caso Juan Guerra', pero
nadie esperaría que el 'desamor' les hubiera llevado a un desprecio tan
profundo como el que parece sienten el uno por el otro.
El último episodio de estos modernos
Rómulo y
Remo (el segundo fue muerto por el primero) lo protagonizó González este martes en París, donde asistió al foro organizado
por el instituto Berggruen. Se le preguntó por las críticas que le dedica el
que fuera su ex vicepresidente, Alfonso Guerra, en sus memorias; González dijo que
no las conoce (
Guerra había presentado su libro un día antes en Madrid):
"Estaba en París, no he visto ni siquiera la presentación, ni mucho menos
leer las memorias, pero no sé si voy a dedicar el tiempo que me queda de vida a
leer esas cosas".
Desdén, desde luego, mostraban esas palabras, pero la respuesta de Guerra no ha sido menos '
cariñosa': ha dicho que no le ha
sorprendido lo afirmado por González y ha recalcado que "es un
honor" para él que González dude sobre si leerá el libro:
"Ya es un
honor para mí que tenga dudas sobre si las va a leer. No aspiraba yo a que
leyera mis memorias. Pero si no sabe, a lo mejor un día se pone a ello"... 'y de paso se gana una úlcera', le faltó decir.